Al Paciente con Amor

El origen de la COVID-19 está en la destrucción de la naturaleza

El origen de la COVID-19 se encuentra en la destrucción de la naturaleza que, en numerosos sitios del planeta, es irreversible; en el gran crecimiento de la población humana, y en el contacto entre esta y la fauna silvestre que propicia la transmisión de enfermedades.

Hoy, “las enfermedades infecciosas emergentes forman parte de los cambios globales”, señala el Integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, Alberto Ken Oyama Nakagawa.

Al referirse al tomo 14 de la colección universitaria “La década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”, parte dedicada al tema de Ecología, medio ambiente y sustentabilidad.

El académico en Biología por la Facultad de Ciencias de la UNAM, y doctor en Botánica por la Universidad de Kioto, Japón, refiere que en el libro se revisa cómo los diversos padecimientos que hemos conocido en las últimas décadas tienen que ver con el mismo proceso.

Contagio de patógenos que están en los animales silvestres o domesticados, a los humanos. En este caso, “se habló de que el virus causante de la COVID-19 provenía de murciélagos que entraron en contacto con pobladores de Wuhan, China”.

Aunque en este caso, señala, había dos hipótesis: que el virus SARS-CoV-2 había escapado de algún laboratorio de investigación, o que provenía de animales silvestres, y ninguna ha sido corroborada.

En el tomo se muestra que la pandemia reciente no ha sido la única, sino que ha habido otros episodios, y que desde hace varias décadas, científicos de las áreas de ecología y epidemiología habían manifestado que una de las crisis que iba a enfrentar el mundo tenía que ver con enfermedades emergentes.

En el texto también se aclara que la mayoría de los virus son benéficos para la vida, es decir, que no todos son patógenos y si no existieran, tampoco habría vida en el planeta.

Y se demuestra que cuidar los ecosistemas naturales, proteger la fauna silvestre y evitar el contacto humano con esos animales, es fundamental para prevenir nuevos padecimientos.

El coordinador del tomo –junto con Felipe García-Oliva, investigador del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad– mencionó que existen miles de posibles virus que pueden transmitirse de los animales al ser humano.

La lección del libro es entender que no se trata sólo de un problema de salud, sino que su origen se relaciona con la destrucción de los hábitats y el mal manejo de la fauna silvestre.

Los llamados mercados húmedos en China, donde animales silvestres se encuentran hacinados en condiciones insalubres graves, son el medio propicio para que esos padecimientos se propaguen fácilmente, ejemplificó.

Otro aspecto de la obra es el relacionado con la información. “Es muy importante que cada país tenga plataformas informáticas en las cuales se tengan datos de toda la población y, en particular, de aquellos que estén contagiados, de tal manera que los tomadores de decisiones sepan cómo atacar cierta enfermedad, en qué región, cómo se expande, y tomar medidas más adecuadas”.

La pandemia también impactó el aspecto de la contaminación: con el confinamiento en muchas ciudades, bajó de manera temporal. Durante escasos meses se notó un descenso de los contaminantes, pero después regresaron a su nivel de antes de la emergencia sanitaria.

El uso de mascarillas, cubrebocas, jeringas y otros protectores desechables fabricados con plásticos se ha constituido en un problema serio de cuyo impacto aún no hay una evaluación científica.

La propuesta planteada en el texto es que dentro del desarrollo tecnológico futuro, se elaboren materiales reutilizables o reciclables para fabricar los insumos, a fin de encarar las epidemias por venir.

Ante la pandemia, refirió Oyama Nakawaga, aprendimos una parte de la lección: a comportarnos cuando estamos en un lugar cerrado con muchas personas, mejorar la higiene (como el lavado de manos constante), ventilar habitaciones o vacunarnos.

“Como se menciona en el libro, fue impresionante cómo en tan poco tiempo los científicos lograron no una, sino varias vacunas”.

En esa parte, detalló, hay que ser optimistas: cada vez hay mejores instrumentos para atender a los pacientes, y habrá medicamentos para las diferentes fases de la enfermedad y prevenirla.

“Hay que decir que se hizo una fuerte inversión para lograr esto; si esa misma cantidad de dinero se invirtiera en proteger a la naturaleza, avanzaríamos en ese otro frente, y no solamente por una cuestión de salud, sino de sobrevivencia del planeta”.

Es importante hacer conciencia de que estamos en un punto en el cual la crisis ambiental es humanitaria.

Si no emprendemos acciones para contenderla, seguirán otros problemas. Ante este panorama es muy importante que empecemos a trabajar para evitar la destrucción de la naturaleza, y crear nuevos paisajes saludables y sustentables a diferentes escalas. PdC.

 

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