CDMX, Septiembre 28/23.- Tener una conciencia ambiental, más que una moda o una muestra de solidaridad, es una obligación a hacernos “conscientes” de que todo lo que le hagamos a la naturaleza se nos revertirá inevitablemente, tarde o temprano.
Así se recordó el pasado 27 de septiembre al hacer memoria del incidente en el que siete habitantes de la ciudad de Avellaneda, Buenos Aires, perdieron la vida en el año de 1993 a causa de una intoxicación por gas cianhídrico.
Los hechos se produjeron tras combinarse ácido sulfúrico y sales de cianuro que habían sido desechados por distintos vecinos de la zona en el sistema de drenaje.
Nadie imaginaría que un simple acto como desechar algo en las coladeras sería suficiente para propiciar la muerte de 7 de los integrantes de la familia Guim, quienes respiraron el gas que se escapó del drenaje por las rejillas de una de las instalaciones de desagüe de su casa.
La vana idea de pensar que “no va a pasar nada” por tirar irresponsable algún desecho en el drenaje fue lo que finalmente propició la muerte de 7 personas, que bien pudieron ser de nuestra familia o nosotros mismos.
Por esta razón la Ley 24,605 de 1995, en Argentina, declaró el 27 de septiembre como “Día Nacional de la Conciencia Ambiental”.
Esa fecha se adoptó en México para destacar la importancia de la educación ambiental, principalmente para concientizar a la sociedad sobre los efectos que puede tener la falta de educación ambiental.
Es importante tener presente que una conciencia ambiental no se limita solo a “plantar arbolitos” o “dejar de tirar agua”. En realidad consiste en hacer presente la responsabilidad que tenemos con nuestro entorno natural, las causas que generan la contaminación que tanto daño nos causa a todos y responder con acciones concretas.
Tener una conciencia ambiental es establecer un vínculo de armonía con la naturaleza, de esta manera es seguro que todo lo que hagamos o dejemos de hacer será en su beneficio y el nuestro. PdC.
Foto de Irina Iriser.