Kraven el cazador”, última entrega del universo Spider-Man de Sony (SSU), cierra este capítulo cinematográfico con un título que, aunque no es el peor del año ni de la franquicia, no se salva de su inevitable falta de impacto. Con Aaron Taylor-Johnson al frente como Sergei Kravinoff —o simplemente Kraven—, la cinta nos lleva desde las heladas soledades siberianas hasta las oscuras calles de Londres, en un intento de mezclar drama familiar, acción salvaje y un toque de redención ecológica. Pero lo que prometía ser una cacería memorable, termina sintiéndose como una excursión sin brújula.

Kraven el cazador” gira en torno a Sergei, quien tras un traumático desencuentro con su tiránico padre (interpretado con sorprendente vehemencia por Russell Crowe), se convierte en un vengador de animales cazados por inescrupulosos criminales. Aunque su premisa podría haber sido cautivadora, la ejecución deja mucho que desear. La narrativa se tambalea entre flashbacks innecesarios, peleas sangrientas y una subtrama familiar que, pese al esfuerzo de Russell Crowe, nunca alcanza a despegar.

Aaron Taylor-Johnson luce físicamente perfecto para el papel —su musculatura es casi otro personaje—, pero su actuación carece de la chispa que podría haber elevado a Kraven el cazador” de un simple ejecutor a un antihéroe memorable. Su interacción con otros personajes, especialmente con Calypso (Ariana DeBose), es tan anodina que las pocas escenas compartidas apenas logran arrancar interés. Ariana DeBose, quien en otros proyectos ha brillado, aquí parece atrapada en un rol sin rumbo y con diálogos que la dejan sin oportunidades para lucirse.

El antagonista principal, Aleksei Sytsevich (Alessandro Nivola), alias Rhino, también queda lejos de ser memorable. Su transición de nerd rechazado a villano musculoso carece de lógica o emoción, dejando su potencial desperdiciado. Fred Hechinger, como Dimitry, hermano de Sergei, aporta un matiz de vulnerabilidad interesante, pero su papel es más funcional que profundo.

A nivel técnico, Kraven el cazador” ofrece a los fans del SSU, un festín de CGI que, aunque eficaz en las secuencias de acción, falla estrepitosamente en la representación de los animales, restando credibilidad a las escenas clave. Las luchas sangrientas pueden satisfacer a quienes buscan violencia gráfica, pero su repetición y falta de inventiva acaban por agotar.

Lo más rescatable es el desempeño de Russell Crowe, quien sorprende con un acento ruso caricaturesco pero efectivo y logra transmitir una inesperada humanidad en un rol que fácilmente pudo haber sido unidimensional. Su relación con sus hijos, aunque subdesarrollada, aporta los pocos momentos emotivos de la cinta.

En última instancia, Kraven el cazador” no logra redimir al tambaleante SSU. Con un guion torpe y una dirección de J.C. Chandor que parece más interesada en la estética que en el contenido, esta película se siente como una oportunidad perdida. A pesar de sus destellos de brutalidad y un elenco que merecía mejor material, es difícil recomendarla incluso a los fanáticos más acérrimos del género. Si esta es la despedida del SSU, al menos podemos decir que se retiró sin el descalabro total de Morbius, pero tampoco con el carisma de Venom.

Termino: Una cacería que termina siendo un paseo en círculos. Prescindible. PdC.

Crítica de Antelmo Villa.

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