El Rincón del Loco

“Los guapos” de Esther García Llovet

Esther García-Llovet, en su novela “Los guapos”, despliega un caleidoscopio delirante de personajes y situaciones que orbitan entre lo absurdo, lo melancólico y lo grotesco. La historia transcurre en El Saler, un rincón peculiar de la Albufera valenciana, un paraje desolado y vibrante a la vez, donde el calor aplasta los ánimos y el viento, el siroco, parece llevarse las certezas. Allí, en un camping semivacío de temporada baja, conviven las ruinas humanas y las preguntas cósmicas, en un espacio que destila misterio y decadencia a partes iguales.

El protagonista, Adrián Sureda, es un encantador sin rumbo, un timador nato que se disfraza de periodista con la esperanza de sacar provecho de los rumores que recorren la zona: círculos inexplicables en los arrozales, cambios repentinos en la temperatura del mar y fenómenos que desafían la lógica. Es un antihéroe clásico, de esos que sobreviven más por descaro que por habilidad, y cuya simpatía cargada de cinismo y desdén resulta extrañamente entrañable. Es guapo, claro, como la gente de la región, pero su belleza no basta para salvarlo de su destino de perdedor literario, de esos que caen con elegancia y dejan un rastro de melancolía en su estela.

El Saler es un universo en miniatura donde el absurdo es la norma y lo extraordinario se camufla de cotidiano. Allí encontramos a Willy, la vigilante del camping, que mastica pepitas compulsivamente y presenta un programa de televisión local sobre fenómenos paranormales.

También a Vicente, el excéntrico del pueblo, que recorre la zona en una moto destartalada cargando un pasado que lo marcó para siempre. O a Mornell, una niña casi mística que deambula por el lugar con un mono de electricista y un aire de sabiduría sobrenatural. Incluso Broseta, un italiano desencantado que regenta un chiringuito desde que su mujer lo abandonó por un seguidor de la Cienciología, se convierte en un microcosmos en sí mismo. Cada uno de ellos es un destello fugaz de historias no contadas, un personaje que oscila entre lo real y lo irreal.

El estilo narrativo de Esther García-Llovet es como un golpe de viento: seco, afilado y lleno de insinuaciones. Las frases son cortas, a menudo fragmentadas, casi como si el texto estuviera susurrando verdades al lector en lugar de gritarlas. Con una economía del lenguaje admirable, Esther García-Llovet obliga al lector a llenar los huecos, a reconstruir lo que no se dice, haciendo de la lectura una experiencia activa, casi detectivesca. De repente, un fragmento poético o una metáfora deslumbrante rompe la austeridad y sorprende, como si el texto se abriera a un abismo.

El resultado es una obra que vibra con la energía telúrica de lo inexplicable. La mezcla de realismo posmoderno con ecos de realismo mágico crea una atmósfera cargada de incertidumbre, como si todo pudiera colapsar en cualquier momento o, peor aún, como si nada realmente llegara a pasar. En su fondo, “Los guapos” reflexiona sobre el vacío que llena nuestra obsesión con lo desconocido, sobre la necesidad humana de conexión y las mentiras que nos contamos para soportar el caos.

¿De qué trata realmente “Los guapos”? De todo y de nada: de las cosas que no se terminan porque la vida no pone puntos finales, solo puntos suspensivos. Pero si algo queda claro es que esta obra es un artefacto explosivo de humor cáustico, belleza sutil y una fascinante sensación de perplejidad. Una lectura que termina como el graznido de una gaviota: sonando como un adiós que nunca llega a cumplirse…

Esther García-Llovet (Málaga, 1963) es una escritora española, autora de libros de cuentos y de novelas. Licenciada en Psicología clínica, también tiene estudios de dirección cinematográfica y ha trabajado como guionista de documentales. Comenzó a escribir en el año 2000 por la gran impresión que le produjo el descubrimiento de la literatura de Roberto Bolaño. La crítica ha subrayado también la importancia de la influencia del cine en su lenguaje literario, así como la de autores realistas norteamericanos, especialmente de Raymond Carver. Ha escrito reportajes en publicaciones periódicas como el suplemento EI Viajero de El País o la revista Qué Leer. PdC.

Escrito por B. Del Ángel.

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