Mel Gibson vuelve a la silla de director con “Amenaza en el aire” un thriller aéreo que promete turbulencias, pero termina en una zona de confort narrativa tan predecible que ni siquiera el piloto automático lo salva. La idea de un asesino a sueldo disfrazado de piloto en la vasta e implacable Alaska podría haber sido un festín de tensión y acción, pero aquí es más bien un vuelo con destino al bostezo.
La película despega con Winston (Topher Grace), un contador de la mafia en fuga, quien es rápidamente capturado por la implacable U.S. Marshal Madolyn Harris (Michelle Dockery).
Para llevarlo a testificar a Nueva York, lo suben a una avioneta pilotada por Daryl (Mark Wahlberg), quien, sorpresa, no es el tipo amigable y charlatán que parece, sino un asesino enviado para asegurarse de que Winston nunca llegue a su destino. Con esta premisa, todo apunta a una mezcla de Con Air y Duro de Matar en un avión, pero el resultado es más bien un thriller que se tambalea entre lo mediocre y lo olvidable.
Mel Gibson, un director con éxitos innegables como Braveheart y Apocalypto, aquí parece más interesado en cumplir con los requerimientos básicos del género que en inyectarle algo de su sello personal. El guion estira al límite una historia que no tiene mucho que ofrecer más allá de su concepto inicial, y a pesar de su duración ajustada de 91 minutos, te cansa mucho antes de que el avión toque tierra.
El problema principal es que “Amenaza en el aire” nunca logra vendernos la tensión que tanto necesita. Mark Wahlberg, quien ha construido su carrera en papeles de tipo rudo pero con encanto, aquí se siente fuera de lugar. Su intento de ser una amenaza en el aire se queda corto; simplemente no tiene el filo necesario para hacer que su Daryl sea un villano memorable. Topher Grace, por su lado, juega a ser el alivio cómico sin ser realmente gracioso, y Michelle Dockery, a pesar de su sólido desempeño, está atrapada en un personaje cuya única función es intentar mantener la credibilidad de un guion que se cae a pedazos.
Por si fuera poco, la producción misma tiene sus momentos de vergüenza ajena. Desde un alce generado por IA que parece sacado de un videojuego de los 2000 hasta un diseño de producción que da la impresión de que la película se filmó en el set de una serie de bajo presupuesto, “Amenaza en el aire” no brilla en lo visual. Incluso su cartel promocional es engañoso: con Mark Wahlberg cubierto de sangre y una frase como – El miedo despega-, uno esperaría una cinta llena de adrenalina. Lo que obtenemos es un thriller que nunca vuela.
En definitiva, “Amenaza en el aire” tenía el potencial para ser un thriller aéreo electrizante, pero termina estrellándose en el intento. No es lo suficientemente absurda como para ser una de esas películas “tan malas que son buenas”, ni lo suficientemente intensa como para justificar su existencia. Si buscas emociones fuertes, mejor reserva otro vuelo. Mala. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.