La última película de Uberto Pasolini, “El regreso”, intenta despojar a La Odisea de Homero de su misticismo para convertirla en un drama histórico sobrio y realista. Sin embargo, esta apuesta por la austeridad narrativa y visual, aunque ambiciosa, se queda a medio camino, sacrificando la magia del mito en favor de un enfoque introspectivo que no siempre resulta convincente.
Desde el principio, “El regreso” deja claro que no veremos dioses, monstruos ni mares traicioneros. La historia comienza con Odiseo (Ralph Fiennes) varado y maltrecho en las costas de Ítaca, tras una década de guerra y otra de errante travesía. La isla que una vez gobernó como rey ahora es un territorio en ruinas, asediado por pretendientes que buscan desposar a su esposa, Penélope (Juliette Binoche), y usurpar el trono.
La actuación de Ralph Fiennes es matizada, mostrando a un hombre dividido entre el deseo de descansar y la obligación de proteger a su familia. Juliette Binoche, por su parte, encarna a una Penélope estoica, atrapada entre la lealtad a su esposo ausente y la presión de los pretendientes. Aunque su interpretación está cargada de expresividad silenciosa, el guion le otorga poco espacio para explorar más allá de su sufrimiento.
A pesar de estas actuaciones sobresalientes, el ritmo lento de “El regreso” se convierte en su principal obstáculo. La primera mitad se siente como un ejercicio de paciencia, con escenas prolongadas que carecen de un propósito narrativo claro. Aunque la intención de Uberto Pasolini parece ser crear una atmósfera contemplativa, el resultado es una sensación de estancamiento que afecta el impacto emocional de la historia.
Los personajes secundarios, como Telemaco (Charlie Plummer), son un punto débil. Telemaco es presentado como un joven petulante y frágil, incapaz de llenar el vacío dejado por su padre. Charlie Plummer no logra imprimir carisma ni profundidad al personaje, lo que debilita las escenas clave de reencuentro entre padre e hijo. Por otro lado, Marwan Kenzari interpreta a Antínoo, el principal antagonista, con una astucia superficial que no logra intimidar ni añadir verdadera tensión a la trama.
Donde “El regreso” destaca es en su aspecto visual. La cinematografía de Marius Panduru captura la desolación de Ítaca con una belleza melancólica, y el diseño de producción de Giuliano Pannuti refuerza la crudeza del mundo que habitan estos personajes. Sin embargo, el esplendor técnico no basta para compensar las deficiencias narrativas.
El mayor pecado de “El regreso” es su falta de pasión. Al eliminar los elementos míticos de La Odisea, Uberto Pasolini apuesta por humanizar a Odiseo y Penélope, pero pierde la grandeza y el dinamismo que hacen de la epopeya original un relato intemporal. Aunque Ralph Fiennes y Juliette Binoche logran elevar el material con su talento, la película carece del alma necesaria para trascender como una adaptación memorable.
Concluyo, “El regreso” es un intento noble pero fallido de reimaginar La Odisea desde una perspectiva terrenal. Si bien ofrece momentos de brillantez actoral y una estética impecable, su ritmo lánguido y personajes secundarios poco desarrollados diluyen el impacto de esta versión de la mítica historia. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.