CDMX, Diciembre.- Un gato, un perro o un pez, sí un pez, aunque no lo crean, son buenos animales de compañía sobre todo para los adultos mayores que padecen de estrés o depresión, por las endorfinas que producen al entrar en contacto con ellos.
Si una persona tiene depresión, un perro puede ayudarla a enfrentar mejor este trastorno mental, incluso superarlo, pero es indispensable que haya un fuerte vínculo entre ambos, de lo contrario es poco probable que el animal contribuya.
Hugo Sánchez Castillo, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica que un animal de compañía como el perro o el gato son benéficos para la salud de sus dueños.
Al convivir con las mascotas, las personas incorporan mejores esquemas de movimiento, tienen una sensación de ocupación y bienestar general, y además deriva en la activación de su sistema inmunológico y una respuesta más eficaz ante su posible medicación.
Para los adultos mayores, el especialista sugiere un perro de talla pequeña, que los mantenga a un ritmo de actividad adecuado a su edad; los gatos también suelen ser excelentes, aunque tengan patrones de conducta y formas de expresión de cariño y necesidades muy diferentes a los perros.
Un individuo con depresión está limitado para experimentar placer (anhedonia) e interactuar con la gente, por lo que se retrae en sí mismo y es presa de una sensación de soledad y aislamiento, de sentimientos de culpa y pensamientos circulantes o repetitivos; entonces los animales de compañía pueden brindar una sensación de acompañamiento.
El psicólogo aclara que los perros, aun cuando han desarrollado un gran apego a los humanos, no significa que los sacará de esa condición; es necesario que el afectado se someta a una terapia psicológica y, a veces también, a una farmacológica.
Estos animales también son adecuados para niños pequeños, pues les ayuda a adquirir regulación emocional y a interactuar de mejor manera con su entorno. “Pero no es recomendable darles especies frágiles como aves o roedores, pues debido a su falta de motricidad fina tienden a ser muy bruscos”.
Si se piensa en tener un animal de compañía, sugiere el experto, hay que considerar que los perros de razas grandes viven entre ocho y 10 años, los de razas pequeñas entre 15 y 17, y los gatos 20 años o más.
Según pruebas científicas, el contacto físico de una persona con su animal de compañía incide, en ambos, en la producción de endorfinas, que actúan como potentes analgésicos, estimulan los centros de placer y contribuyen a eliminar el estrés
En el caso de los peces como animal de compañía, explica que ellos pueden inducir un estado de relajación, pero el responsable de su cuidado debe dedicar tiempo para interactuar contemplativamente con ellos.
No puedes meter la mano en la pecera para acariciarlos porque se espantan, pero sí verlos; entonces, al focalizar la atención en sus movimientos en el agua, estará en condiciones de liberar pensamientos y alcanzar un estado de bienestar.
“Observarlos con atención puede estimular la producción de endorfinas y causar un efecto calmante, en especial en adultos mayores y gente en situación de soledad”. PdC.