El aumento significativo del acoso y del ciberacoso, es muestra de la problemática general que atraviesa la humanidad, y nuestro país no escapa a estas formas de violencia.
El acoso o bullying no es un fenómeno nuevo, porque ha acompañado el desarrollo del ser humano en un sentido de sobrevivencia, “de que gane el más fuerte”; sin embargo, se ha extendido a otros ámbitos o vías “novedosas”, como la digital.
Con base en datos revelados en el First World Report por la organización International NGO Bullying Without Borders, correspondientes a 2020-2021, México registra hasta 180 mil casos reportados de bullying y de ciberbullying.
La coordinadora de Psicología Organizacional de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Erika Villavicencio Ayub, explica que el bullying puede presentarse a partir de edades tempranas, en la niñez; en cambio el ciberbullying está más relacionado con los jóvenes porque son quienes tienen mayor interacción con las tecnologías.
A propósito del Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar, que se conmemora el 2 de mayo, la experta explica que las agresiones son resultado del cúmulo de frustraciones, de necesidades no cumplidas en diferentes aspectos.
Respecto al aumento del ciberacoso, a decir de la experta se debe al confinamiento y por el auge de las tecnologías. En consecuencia, esta facilidad es aprovechada para alcanzar a miles de personas.
Como es un entorno virtual, a veces en la mente del victimario se considera un juego. Se escuda diciendo: “no, eso no está pasando”. Hemos encontrado personas que no están conscientes de que hay un daño psicológico.
El ciberacoso, el cual se realiza en internet, redes sociales, plataformas de juego, mensajería, inclusive telefonía móvil, parte en gran medida del anonimato. “Este fenómeno psicológico, donde la gente se puede esconder, le permite hacer una serie de cosas perversas con mayor facilidad”.
Es reciente porque está alineado o relacionado con las nuevas tecnologías, aquí no hay una sola forma de cómo se presenta, puede ser a través de intimidación, ofensas, maltratos, insultos, chantajes, presiones.
El agresor trata de humillar, atemorizar, poner en una situación vergonzosa a la víctima. En ocasiones hasta puede suplantar su identidad y amenazarlo con exponer imágenes o contenido que le afecte, previene la universitaria de la Facultad de Psicología @unam_psicologia.
“Tenemos casos lamentables porque pueden llegar a afectaciones en la salud mental e inclusive física, porque la gente se empieza a aislar, puede alterar hábitos de sueño, de alimentación, hemos encontrado autolesiones porque llegan a tener tanta tristeza, miedo, soledad, que es una manera de desahogarse, de depositar un poco el estrés”, afirma la doctora en Salud Ocupacional. PdC.