Miscelánea

De estigmatización a una forma de expresión: tatuajes

En la antigüedad los tatuajes representaban una estratificación social, más tarde se estigmatizaron. Hoy esa práctica añeja, cuya palabra etimológicamente proviene del vocablo tataú de los maorís de Nueva Zelanda, que significa golpear, se ha convertido en una forma de expresión.

Italia es el país con más personas tatuadas en el mundo, 48 por ciento de su población cuenta con al menos uno. Le siguen Suecia, Estados Unidos, Australia y Argentina, que tienen de 43 a 47 por ciento.

En México, 32 por ciento de la población se realizó al menos uno, refiere el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Héctor Castillo Berthier.

Cuenta que su origen está documentado hace cinco mil años. Ötzi, es la evidencia más antigua de pigmentación subdérmica permanente, data de hace cinco mil 300 años. Fue un personaje momificado por congelamiento que estuvo a menos 40 grados durante ese largo periodo y fue encontrado en los Alpes de Ötztal, Italia.

Hoy se encuentra resguardado en el Instituto de Momias en Italia, lugar donde se conserva su piel, órganos, vestimenta, herramientas y donde contabilizaron que tiene 61 tatuajes.

De acuerdo con el coordinador de Estudios sobre la Juventud del IIS, los tatuajes tenían una estratificación social; en la antigüedad eran utilizados para distinguirse entre diferentes grupos étnicos o como símbolo de prestigio.

El especialista explicó que esos primeros dibujos eran rayitas para identificarse, algún nombre significativo o dibujo como un barco para los marineros.

Relata que del siglo XVII a la mitad del siglo XX hubo un fenómeno de rechazo y estigmatización para las personas tatuadas, ya que se tenía la idea de que quien portaba un dibujo en el cuerpo era delincuente o que había estado en la cárcel, pero eso ha cambiado en la actualidad.

Hoy existe una resignificación que es identitaria totalmente. Ahora es bien visto, hay jugadores de fútbol, artistas y un montón de gente que está tatuada; dejó de ser mal visto.

Esta resignificación inició a finales de los años cincuenta con las movilizaciones juveniles que empiezan a identificar el cuerpo como una manera de expresión, de convivencia, donde los tatuajes comienzan a proliferar y adquieren un simbolismo como nueva forma de identidad.

“Hay algunas bodas a las que acudes y contratan a un tatuador que hace una pequeña figurita en tu mano o brazo, colocando algún símbolo relacionado con los novios para que nunca olvides que fuiste esa boda. Entonces esta identificación identitaria del tatuaje, tiene una nueva vida y forma de expresión”, explica el investigador.

Dibujar el cuerpo es una práctica que va en aumento. Aunque no hay una cifra oficial, se estima que en 2002 había mil profesionales de la tinta en nuestro país; en 2019 sumaban seis mil, de acuerdo con Organizaciones de Tatuadores en México. PdC.

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