La Dislexia es uno de los trastornos del aprendizaje más comunes de origen neurobiológico, no obstante no se sabe con exactitud cuántas personas lo tienen en el mundo porque se trata de un padecimiento subdiagnosticado cuyas causas aún no se tienen claras.
La Organización Mundial de la Salud refiere que 10 por ciento de la población del planeta padece dislexia, lo que equivale a aproximadamente 700 millones de individuos.
Los expertos señalan que es hereditario; afecta el desempeño lector y de escritura, situación que incide en el rendimiento académico de los infantes y adolescentes en edad escolar, así como el laboral en adultos.
La académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Itzel Galán López, explica que es un desorden poco frecuente, quizá de un ocho por ciento; la mayoría de quienes lo padecen tiene una inteligencia normal, o por encima de lo normal.
Es una afección poco visibilizada pues es difícil identificar porque no se acude a las instancias apropiadas de evaluación.
Este trastorno del neurodesarrollo genera dificultades y limitaciones como la deserción escolar, episodios depresivos, estrés y ansiedad, además de baja autoestima.
Afecta de manera directa el proceso de aprendizaje, el registro de codificación de los símbolos escritos que se expresan de diferentes formas; y puede tener un componente principal donde las palabras no tengan sentido o fluidez, por lo que se registran diferentes niveles de severidad.
La especialista menciona que en 2008 la Asociación Dislexia y Familia, junto con la Federación Española de Dislexia, creó la campaña “Unidos por la Dislexia”, con el objetivo de dar visibilidad a las dificultades específicas de aprendizaje.
En tanto, la Asociación Internacional de Dislexia propuso como definición que se trata de una discapacidad específica del aprendizaje de origen neurobiológico.
Se caracteriza por dificultades en el reconocimiento de palabras que alteran la precisión y/o fluidez de la lectura, por modificar las habilidades de decodificación y por la posibilidad de presentar ortografía deficiente.
Comenta que en México no tenemos algún estándar específico de evaluación que permita identificar claramente este desorden, y que pudiera mal interpretarse.
Explica que por lo regular, quienes generan esta preocupación por el rendimiento de los niños son los profesores, ellos mencionan que hay dificultades en el aprendizaje, pero al no ser expertos también se crea un diagnóstico inapropiado.
Por ejemplo, es común escuchar que al invertir la posición las letras “b” y “d” para los docentes sería dislexia, aunque no necesariamente lo es.
El profesional que se encarga de evaluar y diagnosticar a un pequeño con este problema es el neuropediatra, quien valora que el desarrollo integral cerebral se realice de manera apropiada.
Además de la evaluación de corte neuropsicológico y, en algunas ocasiones, se complementa con pruebas relacionadas con la situación educativa en la que se demuestre que el rendimiento del aprendizaje se encuentra por debajo de lo esperado, añade la experta.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es “más famoso” que la dislexia, aunque la mitad de pacientes con este va a presentar ambos padecimientos; dentro de esas dificultades de aprendizaje el que más se visualiza es la dislexia, abunda Galán López.
De acuerdo con la especialista, los trastornos del aprendizaje en general no son atendidos en forma apropiada, además solo vemos uno, cuando existen otros, por eso es importante señalar que es un proceso de no visualización e identificación oportuna y de falta de un tratamiento integral.
“Se sabe que entre más temprano se atienda, identifique y se trate, como ocurre prácticamente en cualquier enfermedad, mejor pronóstico se tendrá. La dislexia requiere de una aproximación para la conducción de la parte educativa que favorezca el desarrollo de quienes la padecen”, refiere la experta. PdC.
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