Si las películas fueran mapas de la psique humana, “La orden” sería un recorrido por los rincones más oscuros y polvorientos de la historia estadounidense. Dirigida por el australiano Justin Kurzel, conocido por explorar la violencia y la desesperanza con una mirada implacable (Nitram, True History of the Kelly Gang), esta cinta nos transporta al corazón del noroeste del Pacífico en los años ochenta, donde un grupo de supremacistas blancos intenta desatar una guerra racial en nombre de su retorcida ideología. Basada en hechos reales y con un reparto de primera, “La orden” mezcla drama criminal, western moderno y thriller policial con una atmósfera densa y angustiante.
El motor de la historia es el agente del FBI Terry Husk (Jude Law), un hombre quemado por su trabajo y sus propios demonios internos. Su llegada a un tranquilo pueblo de Idaho lo pone tras la pista de “La orden”, un grupo liderado por el carismático y peligroso Bob Mathews (Nicholas Hoult). Con la ayuda de un sheriff novato, Jamie Bowen (Tye Sheridan), Husk desentraña un hilo de crímenes que incluye robos a bancos, asesinatos y el emblemático homicidio del locutor judío Alan Berg, un evento que sacude tanto la narrativa como la conciencia del espectador.
Justin Kurzel no se anda con sutilezas: el mundo de “La orden” es tan sombrío como auténtico. Desde las carreteras polvorientas hasta las oficinas del FBI en pueblos olvidados, cada escenario grita opresión y aislamiento. La dirección aprovecha los paisajes fríos y boscosos, capturando un entorno que se siente tan hermoso como implacable. La fotografía, de manos del talentoso Radek Ladczuk (El rey), evoca una atmósfera que recuerda a los thrillers neoyorquinos de los años 70, con una tensión constante que hace que cada escena se sienta como la calma antes de la tormenta.
Las actuaciones son el núcleo emocional de la película. Jude Law brilla con una interpretación cruda y desgastada, muy lejos del glamour de sus roles anteriores. Nicholas Hoult, entrega una actuación magnética como Mathews, un hombre tan peligroso como convincente. La química entre Jude Law y Tye Sheridan, aunque tensa, añade matices a la relación entre un veterano cínico y un joven idealista, ambos luchando con sus propios errores y motivaciones. Jurnee Smollett también destaca como la jefa de Husk, una mujer dura que conoce tanto sus fortalezas como sus debilidades.
Más allá de su trama criminal, “La orden” es una reflexión incómoda sobre el fanatismo y su persistencia en el tiempo. Los paralelismos con eventos recientes en Estados Unidos, como la toma del Capitolio en 2021, son imposibles de ignorar. “La orden” no se limita a narrar crímenes; pone el dedo en la llaga de una sociedad que, aunque avance, sigue enfrentándose a los mismos demonios disfrazados de nuevas formas.
Justin Kurzel nos entrega una obra que, sin reinventar el género, lo eleva con su brutal honestidad y su visión sombría. “La orden” no solo es una película para disfrutar; es un espejo incómodo que refleja lo peor de nosotros, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. Muy buena. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.