¿Qué tal quitarte 20 añacos? “La sustancia”, la nueva película de Coralie Fargeat, explora esta obsesión con un giro siniestro. Elisabeth Sparkle, interpretada por Demi Moore, es una estrella de fitness que, al cumplir 50 años, recibe la noticia de que será reemplazada por alguien más joven. Su mundo comienza a derrumbarse, hasta que un extraño producto, “La sustancia”, le ofrece una solución: ser joven de nuevo. Obvio, hay trampa, y lo que parece un acuerdo manejable pronto se convierte en una pesadilla.
Elisabeth, ahora marginada por su edad, descubre que con “La sustancia” puede alternar entre dos cuerpos: uno joven y otro envejecido. Cada semana debe hacer el cambio, permitiendo que el cuerpo joven funcione unos días mientras el otro descansa. Todo suena simple, pero pronto las cosas empiezan a torcerse cuando su versión joven, Sue (Margaret Qualley), toma control de la vida que Elisabeth solía tener.
Desde el principio, “La sustancia” establece una atmósfera inquietante. Elisabeth, vestida con un abrigo colorido que la hace casi invisible, recorre los interminables pasillos del estudio donde trabajaba. Dennis Quaid interpreta a Harvey, el jefe vulgar que la reemplaza, y el contraste entre la decadencia de Harvey y la deslumbrante juventud de Sue resalta el cruel estándar de belleza que la sociedad impone.
Sue es todo lo que Elisabeth fue alguna vez: joven, vibrante y llena de vida. Mientras Sue prospera en su nueva vida, Elisabeth queda atrapada en un ciclo de autodestrucción y celos.
“La sustancia” se sumerge en los horrores físicos de este cambio. La grotesca transformación de Elisabeth en Sue es solo el principio de un caos corporal donde los cuerpos se marchitan y retuercen con cada error. Cuando Elisabeth intenta tomar más tiempo del que le corresponde, paga el precio con su propio cuerpo, comenzando por la desaparición de un dedo.
Lo que sigue es un juego perverso entre Elisabeth y Sue, una batalla donde dos mitades de un mismo ser luchan por el control. Mientras las tensiones aumentan, la película abraza su tono de horror surrealista, llevando la premisa a un extremo casi cómico. Cada inyección se convierte en una carrera contra el tiempo, con Elisabeth hundiéndose cada vez más en la desesperación.
Aunque “La sustancia” ofrece un viaje incómodo y grotesco, su exploración de la belleza, la juventud y los estándares sociales resulta absorbente. “La sustancia” se convierte en una crítica mordaz a la obsesión por la juventud eterna y las medidas extremas a las que se llega para mantenerse relevante. Coralie Fargeat no se detiene en el horror físico, sino que lo utiliza como vehículo para profundizar en los traumas emocionales de Elisabeth.
Con una duración de más de dos horas, algunos podrán sentir que la película estira demasiado su trama, pero aquellos que aguanten hasta el final se verán recompensados con un clímax memorable.
Demi Moore brilla en este papel valiente y crudo, mientras Margaret Qualley encarna perfectamente la frescura y la crueldad de Sue. “La sustancia” es una mirada fascinante y aterradora a la traición del cuerpo y la obsesión por mantenerse joven a toda costa. Buena. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.