Rami Malek no parte edificios a patadas ni se cuelga de helicópteros como Tom Cruise. Pero en “El amateur”, eso es justo el punto. Aquí no hay músculos brillosos ni frases de macho alfa. Hay un tipo –con cara de que jamás ha gritado en su vida– que se convierte en una pesadilla para la CIA, los terroristas y cualquiera que subestime a un viudo con un doctorado en criptografía y un duelo que lo desborda.
Un hombre roto que, cuando ya no le queda nada, decide hacerlo todo. A su manera.
“El amateur” arranca como un tiro: Charlie Heller (Rami Malek), analista de la CIA, pierde a su esposa Sarah (Rachel Brosnahan) en un atentado en Londres. La agencia promete justicia pero entrega evasivas. Y entonces, Charlie –que normalmente descifra códigos en un sótano– decide salir al mundo real con un plan: rastrear a los culpables, usar su cerebro como única arma y vengar la muerte de su esposa, aunque tenga que volverse enemigo del sistema al que pertenece.
¿Es creíble? No demasiado. ¿Importa? Tampoco. Porque “El amateur” es menos una lección de geopolítica y más un ejercicio emocional vestido de thriller. El duelo de Charlie no se llora; se encripta, se rastrea, se persigue. Y si en el camino mueren unos cuantos inocentes, bueno… el título de la película ya lo advierte.
James Hawes dirige con brío y acierta en el tono: este no es otro clon de Bourne. La acción está dosificada, pero cuando estalla, se siente. Rami Malek se mueve con torpeza al principio –como debe ser–, pero gana presencia conforme el personaje se va endureciendo. Y lo acompaña un Laurence Fishburne que brilla como mentor ambiguo: primero lo entrena, luego lo caza. Esa tensión está entre lo mejor del film.
El guion, adaptado de la novela de Robert Littell, tropieza en la segunda mitad, cuando la historia empieza a dar vueltas sobre sí misma. Algunas subtramas se alargan, el ritmo sufre y uno empieza a mirar el reloj. Hay escenas que podrían haberse quedado en la sala de edición, pero no empañan del todo la experiencia.
Y aunque Sarah aparece solo en recuerdos, su ausencia pesa. Rachel Brosnahan tiene poco tiempo en pantalla, pero suficiente para justificar la rabia, el vacío y la obsesión de Charlie. Esa mujer no era un accesorio del héroe. Era su mundo.
Las locaciones –de Londres a Estambul, pasando por Marsella– están filmadas con estilo, y el resultado visual eleva el viaje. No hay grandes discursos ni patriotismo barato. Hay dolor, caos y una furia contenida que huele a pólvora.
Concluyo, “El amateur” es un thriller elegante con alma herida. No es perfecto, pero se agradece que no lo intente. Rami Malek no reinventa el género, pero lo sacude con un personaje que parece débil, hasta que no lo es. Un viudo que no grita, pero tampoco perdona. Y eso, para muchos, es más aterrador que cualquier espía con licencia para matar.
Spoiler: después de verla, te vas a pensar dos veces si meterte a una alberca de cristal. Créeme. Buena. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.