Recuerdo que cuando era pequeña en la casa de mi abuelita, la mamá de mi papá, tenía un árbol que en primavera se pintaba de morado o violeta y que además sus flores parecían vasitos y jugaba alegremente a la “comidita”.
Cuando crecí, descubrí que ese árbol con el cual pasaba horas de diversión se llamaba jacaranda y que no era el único en casa, sino que en Paseo de la Reforma y otras vialidades se pintaba de violeta en primavera y era todo un espectáculo caminar por ahí.
Y añorando mi infancia decidí saber un poco más sobre este árbol, dónde se originó, quién lo trajo y por qué lo tenemos en diferentes lugares de nuestro país. Bueno, pues no quedó más que darme a la tarea de ir a nuestro maravilloso y feliz Google para que me quitara las dudas a mis preguntas y claro que descubrí la historia de las jacarandas en la página web México Ruta Mágica; aquí lo que encontré.
Lo primero es que son árboles que llegan a medir hasta 20 metros de altura y sus flores son de un violeta azulado, su origen está en Brasil y en portugués es “jacarandá” es un árbol que se adapta a ambientes urbanos con clima templado y de ahí que lo tenemos por diferentes lugares de la Ciudad de México.
Existen varias historias sobre su llegada a nuestro país y esta es la que se considera la verdadera versión.
Se dice que a inicio del siglo XX llegó a nuestro país Tatsugoo Matsumoto y su hijo Sanshiro Matsumoto y que para seguir cultivando sus habilidades en plantas y decoración los Matsumoto instalaron un negocio de jardinería en la colonia Roma; solían utilizar plantas de Sudamérica y aquí es donde entra la jacaranda.
Tatsugo Matsumoto diseñó un jardín japonés en la Hacienda San Juan Hueyapan, en Pachuca, Hidalgo, se menciona que también trabajó con arreglos florales en el Castillo de Chapultepec, cuando Porfirio Díaz era presidente de México. Tras la Revolución la fama de Matsumoto había crecido y dicen que él fue quien aconsejó al presidente Álvaro Obregón para plantar jacarandas en las avenidas más importantes de la ciudad.
Otra versión sugiere que fue Miguel Ángel de Quevedo “El Apóstol del Árbol”, llamado así por contribuir a la siembra de árboles en el Desierto de los Leones y fundar los Viveros de Coyoacán entre otras, fue el responsable de diseñar la mayoría de los espacios con que hoy contamos, como tener árboles en vialidades o parques que fungen como pulmones para la urbe.
Una de las leyendas dice que la jacaranda ya había llegado a Veracruz años atrás y que en un viaje al Puerto, de Quevedo la descubrió y decidió trasladarla a la Ciudad de México y otros lugares del país. Las jacarandas ubicadas en Insurgentes, Paseo de la Reforma, Coyoacán, Mixcoac y Parque México fueron resultado de la labor de este hombre.
Además de su belleza que alegra la vista, la jacaranda ayuda a problemas gastrointestinales y benefician al sistema inmunológico si se toman en infusión; también pueden ser administradas como desinflamante, ya que tiene propiedades similares al jengibre. Y bueno si quieres conservar la lozanía de la piel nada mejor que un baño de esta hermosa flor.
“Aiga sido como aiga sido” el tener este hermoso árbol nos alegra nuestras calles en los días de primavera y nos inspira a dar lindos paseos bajo sus ramas y descubrir que nuestra ciudad es hermosa en muchos sentidos.
Así que no queda más que darse una vuelta por Paseo de la Reforma, buscar una linda cafetería que tenga vista a esta avenida, tomarse una frappé capuccino para estos calores y contemplar cómo se mecen sus ramas con la ligera brisa. CM/PdC.