A raíz de los estragos que dejó el temblor de la ya fatídica fecha 19 de septiembre de 2017, muchas empresas comenzaron a optar por el trabajo en casa o home office; modalidad que se vino a consolidar por el prolongado confinamiento debido a la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19.
Estos dos hechos de alguna forma dieron pie a que ciertas actividades se pudieran realizar desde la casa, claro no todas, como es el caso de la automotriz, por mencionar una.
Y es que de acuerdo a Roberto Álvarez Manzo, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, el empleo en su forma tradicional se está agotando y entrando en crisis. A partir de la pandemia tomaron fuerza nuevas modalidades de trabajo, como el home office.
Según el Termómetro Laboral de la plataforma OCCMundial, 55 por ciento de las personas quienes participaron en una encuesta dada a conocer en noviembre pasado, estarían dispuestas a renunciar a sus empleos si no cuentan con un esquema híbrido o modalidad de trabajo en casa, siempre y cuando tengan otra opción de empleo.
Y sólo 21 por ciento se quedaría y se adaptaría a lo que la empresa establezca, debido a que su mayor preocupación es la edad.
Para Roberto Álvarez lo anterior podría deberse a patrones socioculturales entre las nuevas generaciones, a las condiciones de precarización del empleo (desde casa se podrían atender dos o tres y contar con mayores ingresos).
También, considera el académico, a que las personas buscan tener vida propia; “los desplazamientos implican mucho tiempo, inseguridad o estrés, y muchos quieren prescindir de esa parte”.
Sin embargo, apunta, hay que considerar quiénes pueden tener acceso al home office; hay grupos, como el informal, precarizado, que carece de esa posibilidad.
“No hay que dejar de visibilizar a ese sector de la población que no puede aspirar al teletrabajo por condiciones de pobreza, marginalidad o vulnerabilidad”.
La actividad a distancia, además, ha dejado atrás la legislación laboral, la cual debe actualizarse. Aunque se han hecho modificaciones (como las reformas al Artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo en materia de teletrabajo), aún existen desafíos en la materia porque “la realidad es cambiante, sobre todo si hablamos de cuestiones tecnológicas”.
Se legisla de acuerdo con una realidad, en un momento determinado, por lo que deben existir mecanismos para atender situaciones específicas a cada tipo de trabajo a distancia, con base en cómo se organiza o ejecuta.
La reglamentación debe ser dinámica y flexible, o pensar en otras modalidades normativas que puedan ser adecuadas para este caso, opina el experto. PdC.