Aunque nos duela admitirlo, los mexicanos somos muy “gustosos” de la comida saturada de grasa y carbohidratos. Las verduras no son protagonistas de nuestra comida del diario, “brillan por su ausencia”.
Este tipo de alimentación nos ha llevado a que la Organización Mundial de la Salud, nos considere como un país mal nutrido y primero en obesidad infantil.
El organismo mundial refiere que las dietas deficientes provocan malnutrición en la primera infancia: 44 por ciento de los niños de seis a 23 meses de edad no consume frutas ni verduras y 59 por ciento no come huevos, leche, pescado ni carne.
En cuestión de nutrición, nuestro panorama no es nada favorable, los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 revelan que en nuestro país 24 por ciento de las niñas y niños menores de ocho años tiene sobrepeso, y 26 por ciento de los menores de nueve presenta obesidad.
Hace años, la imagen de un pequeño robusto era sinónimo de salud, mientras que el de un niño delgado de mal nutrido; el tiempo y los estudios realizados por expertos han cambiado para bien esa “definición de salud”.
Lo mejor siempre será acudir al pediatra para una evaluación de peso y talla, revisar si ésta corresponde a lo esperado para la edad.
Los números y la experiencia nos alertan, por eso el académico del posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, Sergio Alberto Mendoza Álvarez propone que tanto en el hogar como en la escuela se eduque para tener una buena alimentación a fin de contrarrestar el “bombardeo” que hay sobre comida chatarra en los medios de comunicación y redes sociales.
El experto dice que así como se les enseña a respetar el medio ambiente, también deben aprender a tener una alimentación sana, ya que la obesidad infantil se ha convertido en un problema de salud pública.
También considera que se debe acabar con mitos como que los infantes pueden y deben alimentarse de todo. “Eso es falso, se les tiene que enseñar a comer y formar hábitos”. Un menor obeso puede mantenerse así en su adolescencia y juventud, lo cual lo predispone a sufrir diabetes e hipertensión.
La actividad física es otro factor a tomar en cuenta, además de la alimentación. El especialista sugiere que aún en vacaciones se haga ejercicio, preferentemente 45 minutos al día: caminar, correr, jugar fútbol, básquetbol, o cualquier actividad que nos mantenga en forma.
Las personas deben tener una dieta balanceada siempre, no sólo en vacaciones. “La recomendación es la prevención: comer verduras al vapor, zanahoria, pepino, jícama, en lugar de botanas como papas. En cuanto a bebidas alcohólicas, pueden ingerir dos copas diarias, pero si se exceden, la cantidad de calorías ocasiona que los triglicéridos se incrementen”.
Realizar ejercicio después de consumir alimentos altos en grasa, no propicia que se queme el 100 por ciento de calorías. “Una persona que se come una hamburguesa necesita unos cinco días o hasta una semana para poder perderlas”, refiere el especialista universitario. PdC.
Foto de Ready Made.