La mayoría de las personas le “sacamos la vuelta” a las matemáticas, cuando estudiantes se convierten en “nuestro coco” y nos casamos con la idea de: “esto no es para mí” o “las matemáticas están peleadas conmigo”.
Sin embargo hay quienes están hechos para ellas, como Leonardo Míkel Cervantes Mateos, ganador de medalla de bronce en la Olimpiada Iberoamericana de Matemáticas que tuvo lugar hace unos días en Bogotá, Colombia.
Aunque el joven de 18 años de edad, estudiante de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, dice que las matemáticas son más fáciles y divertidas de lo que se cree; el problema está en cómo se enseñan.
Él considera que el sistema de repetición y memorización que se utiliza, sobre todo en primaria y secundaria, resulta poco práctico y atractivo para los estudiantes.
Sugiere intentar un cambio en la forma en que los maestros imparten esta materia. De esta manera, se rompería con ese viejo estigma de que es una disciplina complicada, aburrida y sólo para “cerebritos”.
“Cuando los alumnos empiezan a entender por qué funcionan las cosas, también comienzan a comprender cómo usarlas en la práctica diaria. Aprender matemáticas de esta manera es más útil y divertido”.
La mayoría de los estudiantes no tiene claro por qué debe aprender esta disciplina, sólo memorizan cifras y fórmulas para usarlas en un examen, pero después todo se les olvida.
Sería importante intentar cambiar ese método de enseñanza para que entiendan por qué suceden las cosas, y una vez que comprendan eso se acordarán de manera más fácil al momento de tener que solucionar un problema de números, al tiempo que despertarán su propia curiosidad y mejorarán su rendimiento y calificaciones.
Mientras la mayoría de los niños y jóvenes de su edad combinan sus estudios con la práctica de algún deporte, el campo de entrenamiento de Leonardo Míkel ha sido, en los últimos ocho años, el Instituto de Matemáticas de la UNAM, en donde se prepara para los concursos nacionales e internacionales.
Cuando todo indicaba que su futuro profesional se encaminaba a la disciplina de las matemáticas, decidió asumir nuevos retos y dar un pequeño giro en su trayectoria universitaria.
Ahora, busca mantener la excelencia académica y la alta competitividad al combinar dos carreras: Ingeniería en Computación y la licenciatura en Ciencia de Datos.
“Desde pequeño siempre quise estudiar en la UNAM, pues durante más de ocho años venía prácticamente diario a los entrenamientos al Instituto de Matemáticas. Siempre mi idea fue entrar a la Universidad Nacional, y después estudiar en el extranjero; ahorita ando en Ingeniería en Computación, me está gustando mucho, llevo relativamente poco tiempo programando, pero ya busco competencias de programación”.
Sin abandonar su pasión por los certámenes, ahora en el ámbito universitario, donde piensa seguir concursando, Míkel Cervantes también forma parte del equipo de entrenadores de las nuevas generaciones de estudiantes de primaria y secundaria en la Ciudad de México, quienes participan en la Olimpiada Mexicana de Matemáticas y tendrán su primera prueba en noviembre próximo.
Participación exitosa
Desde los cuatro años de edad, Leonardo mostró sus habilidades y gusto por la materia; a los 10 años empezó a participar en concursos estatales y nacionales, cuando cursaba el quinto de primaria; a los 12 obtuvo su primera medalla de plata en una competencia nacional; un año después, en ese mismo evento, la presea de oro.
Su primer certamen internacional fue a los 15 años, cuando estudiaba tercero de secundaria, y representó a México en la Competencia Internacional de Matemáticas Sudáfrica 2019, como parte del equipo conformado por ocho niños mexicanos que en aquel entonces, ante la falta de apoyo institucional, recibieron el respaldo solidario del cineasta Guillermo del Toro para comprar los boletos de avión y viajar; ahí obtuvieron una medalla de plata individual y una de oro por equipos.
En junio de 2022 ganó presea de plata en la Asian Pacific Mathematics Olympiad, que se realizó a distancia y en la que participaron estudiantes de 35 países de todo el mundo. PdC.
Foto de Andrea Piacquadio.