La Inteligencia Artificial (IA) cada día va ganando terreno en diversas áreas de la vida. Por ejemplo Nat, la primera presentadora de noticias en América Latina, o que me dicen de Florence, una asistente digital de salud o de los instrumentos y equipos médicos para realizar estudios y hasta cirugías, todos ellos creados con este tipo de inteligencia.
Para los que no estamos empapados del tema, nos preguntaríamos ¿qué es la inteligencia artificial?, y la respuesta sería: la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano.
Una tecnología que nos resultaba lejana, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas, y que ahora ya es más que evidente.
Por ejemplo Nat que ahora la vemos y escuchamos todos los días cuando presenta las noticias. Ella no es humana, es un “ser” creado con inteligencia artificial.
Y bueno, no es la primera en el mundo, ya antes la agencia de noticias estatal china, Xinhua, sorprendió al mundo con su primer conductor creado por computadora que apareció en 2018.
Su nombre es Chaoneng Xiaobai y a partir de esa fecha ha realizado su cometido de analizar datos duros e interactuar con los conductores humanos.
En el caso de Florence, una asistente digital de salud que asesora a los humanos para tener una vida más saludable. Mediante una serie de preguntas interactivas, ella orienta sobre cómo disipar el estrés, cómo comer bien, ser más activo, dejar el tabaco y los cigarrillos electrónicos, y sobre las vacunas contra la COVID-19.
En inglés, árabe, chino, español, francés, hindi y ruso, Florence puede ayudar a las personas a dejar el tabaco y proporcionar información sobre la COVID-19.
Y dado que la inteligencia artificial, como lo anotábamos, cada día va ganando terreno en áreas muy significativas como es la salud, en el Senado (@senadomexicano) analizan retos, riesgos y oportunidades de esta inteligencia.
A convocatoria de la senadora Alejandra Lagunes Soto Ruíz, en el Senado de la República se llevó a cabo un conversatorio en el que especialistas analizaron estos puntos.
Y es que la legisladora dice que la tecnología no es buena ni mala, pero es necesario tener en claro cómo se utiliza, porque también implica un futuro en el que el trabajo de los seres humanos puede ser desplazado, no sólo en labores básicas, repetitivas o peligrosas, como lo hace ya la robótica en la manufactura automotriz, sino también en la recopilación de conocimiento y capacidad de síntesis.
Subrayó la importancia de garantizar el desarrollo de esta herramienta, pero con su alineación con los valores sociales y los marcos legales.
Comentó que desde la década de los cincuenta, la evolución de los algoritmos ha madurado hacia la inteligencia artificial, pues por un lado se generaron modelos de procesamiento de lenguaje natural, para que la máquina entienda cómo hablamos los humanos, pero también para que nos regrese la información solicitada.
El presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología, Jorge Carlos Ramírez Marín, afirmó que se trata de un debate sobre la clase de futuro en el que queremos vivir, porque el uso de la inteligencia artificial no necesariamente representa avance, ¿por qué cuántas personas tendrán acceso a los beneficios que genera?
Cuestionó ¿hasta dónde la inteligencia artificial puede distinguir derechos humanos, se podrá implementar tecnología que identifique derechos, sensaciones, sentimientos y estados de ánimo?
Josefina Careaga, maestra y consultora internacional, comentó que se debe entender que las nuevas tecnologías, a partir de la revolución industrial, “siempre nos han asustado, porque pueden ser como la energía atómica, o sirve para beneficio de la humanidad o para destruirla, entonces necesitamos acotarla y regularla”.
Luis Maumejean Godoy, integrante de la Asociación Ibero Americana de Inteligencia Artificial, consideró que la educación es esencial para educar con ética a los desarrolladores de tecnología; además tenemos que exigirles a las empresas que se avance, “pero sin peligros y sin altos costos futuros”. PdC.
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