Miscelánea

El “Popó”, un amor que sigue vivo…

Cuenta la leyenda que en tiempos prehispánicos vivieron Iztaccíhuatl, una princesa tlaxcalteca de gran belleza, y Popocatépetl, un guerrero apuesto y valiente, quien antes de partir a la guerra en la que los tlaxcaltecas se encontraban inmersos contra sus enemigos acérrimos, los aztecas, pidió la mano de la princesa Iztaccíhuatl.

El permiso fue concedido a condición de que volviera sano y salvo de la guerra para desposarla. Así, el guerrero partió a la batalla mientras que la princesa esperaba el retorno de su amor. Sin embargo, la lengua de un celoso rival de Popocatépetl medió de mala fe engañando a la princesa que su amado había muerto en combate.

Arrastrada por el desconsuelo y el quebranto, víctima del engaño, ella murió de tristeza por la pérdida de su amado. Poco tiempo después, Popocatépetl regresó victorioso de la batalla dispuesto a tomar matrimonio con Iztaccíhuatl, sin embargo, a su llegada recibió la funesta noticia de su fallecimiento.

Cuentan que durante varios días y noches el joven vagó por las calles hasta encontrar la manera de honrar el gran amor que ambos se profesaban. Fue así como ordenó erigir una gran tumba bajo el sol amontonando 10 cerros para levantar una enorme montaña.

Una vez construida, tomó el cuerpo inerte de su princesa, y recostándola sobre la cima de la montaña, la besó por última vez para después, con una antorcha humeante en mano, arrodillarse para velar su sueño eternamente.

Desde entonces, permanecen juntos, uno frente a otro. Con el tiempo, la nieve cubrió sus cuerpos, que se convirtieron en dos enormes volcanes y que permanecerían inmutables hasta el final de los tiempos.

Con más de 700 mil años de historia, el Popocatépetl lleva este nombre por su significado en náhuatl, compuesto por popōca “humear” y tepētl “montaña, cerro”, en conjunto significa “montaña que humea”, debido a su ya constante actividad desde la época prehispánica.

Al Popocatépetl, volcán cercano a la comunidad de Santiago Xalitzintla, municipio de San Nicolás de los Ranchos, también se le conoce como “Don Goyo”, diminutivo de Gregorio.

El llamar al Popo “Don Goyo”  inició hace décadas cuando un hombre se encontró por primera vez con Don Gregorio Chino mientras caminaba por las faldas del volcán, a quien le reveló sus cualidades y lo convirtió en el primer “tempero”, personas elegidas para alertar a los pobladores del peligro gracias a su comunicación con el Popocatépetl.

A raíz de este personaje comenzaron a surgir los Temperos, una especie de sacerdotes que, de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal de México, dicen tener la facultad de comunicarse con el volcán en sueños y así dieron vida a “Don Goyo”, un ser personificado con pelo y barba blanca, quien se habría autodenominado como el espíritu mismo del volcán.

Y como todos nosotros nos festejamos, pues también “Don Goyo” tiene su festejo cada 12 de marzo, día de San Gregorio Magno, los pobladores de Xalitzintla le regalan flores, mole de guajolote, arroz, bebidas, cigarros, dulces, ropa y sombreros.

Lo llamemos de la forma que más nos agrade debemos recordar que este volcán está activo y que año con año despierta de su letargo y nos mete sustos para recordarnos que ahí está y que debemos tenerle respeto.

Por lo tanto, mantengamos todos los cuidados necesarios para cuidarnos y proteger a nuestras familias para evitar situaciones de peligro en estos momentos que” Don Goyo” está recordándonos que sigue vigente. CM/PdC.

 Con información de Wikipedia y tvazteca.com

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