Mientras que hay más de 20 mil pacientes que aguardan por un órgano para seguir viviendo, solo se registra una tasa de 25 trasplantes por millón de habitantes en nuestro país.
Quizá las creencias, costumbres o mitos sobre que el cuerpo de nuestros muertos debe estar completo para que descanse en paz, sean un impedimento para donar sus órganos.
Situación que nos pone ante una realidad abrumadora cuando el único tratamiento para salvar la vida es el trasplante de un órgano que puede tardar años en llegar o que nunca llegará por la falta de donaciones vivas o cadavéricas.
Y es que cuando se está en la línea muy delgada entre la vida y la muerte, la donación de órganos es la gran diferencia entre que nuestro ser más querido tenga una nueva oportunidad de vivir o muera.
Desafortunadamente la donación de órganos es un tema muy controvertido porque para muchos no es fácil desprenderse de una parte del ser querido, pero al mismo tiempo para quien lo necesita su realidad es aterradora pues pueden pasar hasta “años de vida” en espera de una “oportunidad de vivir”.
Es así como la falta de una cultura de donación de órganos pone en un hilo muy delgado la vida de muchos pacientes, pues como ya lo hemos dicho, cuando el único tratamiento que hay para salvar la vida de un enfermo es la donación, el futuro de esa persona se vislumbra incierto pues en nuestro país es bajo el número de estos “regalos de vida” en comparación con la alta demanda de ellos.
En el mundo van en aumento los problemas de salud que terminan en falla o pérdida de algún órgano o tejido del cuerpo; son frecuentes, por ejemplo, los casos de riñón, de corazón que ya no cumple su función adecuadamente o las córneas.
“Entonces, la alternativa son los trasplantes”, enfatiza el profesor de la carrera de Medicina en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, de la UNAM, Juan Pablo García Acosta.
Para el experto es necesario poner en el horizonte de la población la posibilidad de realizar un procedimiento de ese tipo, como un recurso terapéutico y como parte de nuestra cultura en la que tengamos la disposición de ser donadores, ya que la fuente principal somos los seres humanos.
Por ello, debemos fomentar esa práctica, pues de lo contrario no alcanzaremos la suficiencia, pues ahora estamos en una tasa de aproximadamente 25 por millón de habitantes.
Cifra baja, si lo comparamos con países líderes en la materia como España, Estados Unidos y Canadá, que están por arriba de 100 por cada millón de habitantes, señala el experto.
García Acosta subraya que existe discrepancia entre el número de donadores potenciales y las personas que están a la espera de recibir un órgano, toda vez que hay más de 20 mil pacientes que aguardan, según el Registro Nacional de Trasplantes. PdC.