Por Bernat del Ángel.
¿Cómo va esa necesidad de complacer a los demás?
¡SORPRESAAAA!
Estás dentro de un patrón preocupante y también muy agotador.
Ocupo la historia de una pareja que conozco para este tema: Carolina y Nabor, donde Carolina constantemente cedía a los deseos de él para evitar conflictos.
Sin embargo, con el tiempo, esta estrategia dejó a Carolina sintiéndose ignorada, poco valorada y ansiosa por expresar sus propias necesidades y deseos. ¿Te suena? ¿A que sí?
Aunque complacer inicialmente parece inofensivo, la investigación revela consecuencias indeseadas. Estudios, como el publicado en el Journal of Social and Clinical Psychology, señalan que aquellos con una alta sociotropía, una preocupación excesiva por complacer a los demás, a menudo experimentan angustia en situaciones conflictivas en sus relaciones.
Este comportamiento arraigado suele nacer del miedo al abandono o al rechazo, llevando a las personas a reprimir sus necesidades. Las heridas emocionales no resueltas se manifiestan en ansiedad en las relaciones.
El constante complacer no permite una comunicación auténtica ni la expresión de necesidades personales, elementos cruciales para relaciones saludables.
Carolina, como muchos, desarrolló este hábito en respuesta a dinámicas familiares, persistiendo estas líneas de conducta en la edad adulta y en relaciones íntimas.
Romper este ciclo implica, volverse emocionalmente autosuficiente y mantener un fuerte carácter en las interacciones. Lo que es sano para todos.
Es crucial reconocer este comportamiento. Carolina podría sumergirse en sus interacciones pasadas, reflexionando sobre cómo reprimió sus propios deseos para complacer a los demás.
Establecer límites es esencial, diciendo “no” cuando sea necesario sin sentirse culpable.
Carolina puede comenzar con su familia, expresando sus necesidades y negociando un enfoque más equilibrado.
Lo fundamental para Carolina es priorizar sus propias necesidades y hacer del autocuidado una prioridad la ayudaría a reforzar su identidad sin dejar de mantener la relación.
Identificar desencadenantes es clave: entender las situaciones o personas que activan el comportamiento de complacer a los demás proporciona información valiosa sobre por qué actuamos de esta manera.
Aprender a decir “no” es una habilidad esencial, por mucho.
Carolina puede practicar decir “no” de manera respetuosa y asertiva.
Comunicar respetuosamente sus necesidades es otro paso crucial.
Al principio será incómodo, pero con el tiempo se volverá más fácil.
La persistencia en complacer a los demás puede conducir al deterioro de las relaciones personales al generar malentendidos y resentimientos, afectando la calidad de las conexiones. La complacencia constante puede llevar a la pérdida de la autenticidad personal, perdiendo la oportunidad de desarrollar un mayor autoconocimiento y comprensión de las propias necesidades y valores.
Además, puede limitar la calidad de vida al no atender las propias necesidades, resultando en una vida insatisfactoria.
Normalizar estos comportamientos impide el crecimiento personal, ya que superar la complacencia requiere enfrentar miedos y desarrollar habilidades de afirmación personal, cruciales para el desarrollo individual.
En resumen: Tener en la mira la complacencia es esencial para salvaguardar la salud mental, fortalecer relaciones, fomentar la autenticidad, mejorar la calidad de vida y facilitar el crecimiento personal equilibrado y satisfactorio.
Ignorarlos puede tener consecuencias negativas para la mente, acumulando ansiedad y llevando a problemas como el agotamiento emocional, la depresión y el estrés crónico.
Concluyo: Buscar ayuda profesional en casos radicales, puede proporcionar un espacio seguro para explorar estos patrones y facilitar el crecimiento personal.
Desde ahora, complácete al pronunciar estas dos letras: NO…PdC.