“Aún nos queda el teléfono” de Erica Van Horn ofrece una visión refrescante y fragmentaria que refleja la tendencia actual hacia la inmediatez y la brevedad en la literatura. La autora, a través de la experiencia de redactar el obituario de su madre, nos invita a reflexionar sobre las relaciones humanas y los pequeños detalles que las definen.
El libro se centra en la relación entre la autora y su madre, explorando cómo ve a su madre y cómo se relaciona con ella. A través del proceso de redacción del obituario, Erica Van Horn nos lleva a considerar nuestros propios vínculos emocionales y físicos con los demás.
Notable es la forma en que la autora retrata a su madre, destacando los pequeños gestos y peculiaridades que la hacen única en la mente de Erica Van Horn. La madre es recordada por sus hábitos cotidianos y sus curiosidades, más que por su papel como madre. Esta perspectiva nos lleva a pensar en cómo recordamos a las personas y qué detalles nos hacen destacar en la memoria de los demás.
“Aún nos queda el teléfono” nos remite a nuestras improntas generadas durante la pandemia, aquella llamada telefónica con nuestra madre que nos brindó un valioso apoyo emocional. Esa voz que al otro lado de la línea, representó una conexión vital en tiempos de distanciamiento físico, ofreciendo un espacio para compartir preocupaciones y recibir consejos reconfortantes. Además, la llamada sirvió como distracción estrés diario. Para nuestra madre tal vez significó un recordatorio de amor y cuidado, aliviando la soledad y proporcionando una sensación de relevancia y conexión. En ambos casos, la comunicación telefónica se convierte en un lazo emocional que fortalece el vínculo familiar y ofrece consuelo en medio de la incertidumbre.
Erica Van Horn también reflexiona sobre su propia relación con la maternidad, explorando similitudes y contrastes con su madre. A través de un análisis detallado pero compasivo, la autora presenta a su madre como un individuo completo, más allá de su papel como madre.
Lo que hace que “Aún nos queda el teléfono” sea especial es su tono amable y entrañable. Erica Van Horn transmite amor y cariño por su madre, ofreciendo un retrato encantador y sin caricaturas. La falta de ansias por profundizar más en la relación madre-hija da al libro un encanto único y lo convierte en una lectura cautivadora y conmovedora.
Erica Van Horn (1954) es una creadora polifacética: artista plástica, editora y escritora, nació en Estados Unidos pero reside desde hace muchos años en Irlanda, donde dirige la pequeña editorial independiente Coracle Press junto a su marido, Simon Cutts. La perspicacia que demuestra como observadora externa se nutre de las minucias de la vida cotidiana; recoge detalles visuales y textuales de lo que a menudo pasa desapercibido o resulta insignificante en apariencia. Así lo ha hecho en exposiciones como The Book Remembers Everything (2010) y en libros como Living Locally y By Bus. I Have Been Making Books Since the Day President Kennedy was Shot, una exposición en Franklin Furnace, Nueva York, en 1986, seleccionaba los libros que había creado hasta la fecha. Aún nos queda el teléfono es su título más reciente.
Escrito por B. Del Ángel.