¿Por qué Good boy logra lo que pocas películas?

Es un thriller genuinamente impactante que nos mantiene en vilo hasta el último y desconcertante momento.

¿Cuándo fue la última vez que una película te sorprendió de verdad?

No estoy hablando de una avalancha de sangre y vísceras, o de la enésima vuelta de tuerca a la trama improbable. Imagina una escena que realmente te va a coger por sorpresa.

Eso es lo que ofrece la importación escandinava “Good Boy”, una de las sorpresas más desagradables del año. Cuanto menos se diga sobre la trama, mejor, pero basta con saber que toca temas como las normas de las citas, los cambios culturales y, por supuesto, el cliché más antiguo del manual de citas: Debe amar a los perros.

Sigrid (Katrine Lovise Øpstad Fredriksen) solo quiere conocer a un hombre agradable, y cree haber encontrado oro con Christian (Gard Løkke). Es alto, guapo, un genio en la cocina y, como descubre más tarde, obscenamente rico.

Solo hay un pequeño inconveniente…

Christian vive con un hombre adulto que pretende ser un perro llamado Frank.

Sí, Frank lleva un disfraz de perro azul/gris con hocico incluido. No es remotamente convincente, pero su constante jadeo y fidelidad al papel sí lo son.

Un impedimento… No para Sigrid, quien es un poco desordenada pero desesperada por estar abierta a cualquier nueva experiencia.

El comentario de la película sobre los clichés de las citas y nuestra tolerancia colectiva es delicioso y sutil.

Sigrid sigue adelante, pasa más tiempo con Christian e incluso rasca a Frank sus orejas falsas.

Acá ya requerimos más información sobre la dinámica Christian-Frank, por lo que la porción de resumen de la trama de esta reseña termina oficialmente aquí. No me odien.

Solo hay que saber que el cineasta escandinavo debutante Viljar Bøe cuenta su historia con máxima eficiencia mientras deja que los personajes clave se revelen en estallidos alucinantes.

Sigrid siempre llega tarde, pasa demasiado tiempo en su teléfono y no está segura de hacia dónde la llevarán sus estudios. Aun así, es un alma amable, abierta a casi cualquier cosa.

Esa característica será útil.

Christian es un maniático del control, pero hay una tristeza en su exterior inmaculado. Esto podría explicar su singular arreglo de vida.

“Good Boy” desata su sorpresa a mitad de la película, convirtiendo una curiosidad tensa en un asunto profundamente entretenido. Aquí también hay un truco.

La parte final de “Good Boy” requiere una suspensión extrema de la incredulidad, pero considerando la configuración surrealista, no se necesita mucho esfuerzo. Es mucho más fácil perderse en la historia, una que se siente vibrante y abierta a la interpretación.

¿Es una crítica sobre la dinámica de citas entre hombres y mujeres? ¿Nuestra disposición a aceptar casi cualquier desviación cultural por temor a ser etiquetados como intolerantes? ¿“Good Boy” destroza el patriarcado mejor que “Barbie”?

Será difícil de sacar “Good Boy” de tu cabeza. ¿Lo mejor? Es imposible apartar la mirada una vez que Frank entra en escena.

Good Boy está llena de momentos sustanciosos, todos en apenas 80 minutos.

Crítica de Antelmo Villa.

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