¡Alerta!, ¡alerta! El calor extremo no sólo provoca sequía o el deshielo de los glaciares. Estudios recientes señalan que el calor extremo afecta el cerebro, ya que este es un órgano no adaptado a un adecuado funcionamiento cuando se encuentra a temperaturas de 45° o superiores.
En estas condiciones el cerebro tiende a hacerse lento. El calor extremo afecta todas sus funciones cognitivas: la capacidad de reacción, de respuesta, la memoria, etcétera, según Sandra Giménez, neurofisiólogo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
Las temperaturas muy altas afecta también el ámbito laboral, ya que un estudio de 2006 indicó que la productividad máxima se puede alcanzar a una temperatura de 22°C, mientras que un aumento de esta en 8° puede disminuir hasta un 9% la productividad.
El calor sofocante puede ocasionar otros problemas que afectan la vida de las personas tanto de manera individual, como a nivel social.
Y es que de acuerdo a los estudiosos las temperaturas altas hacen que emociones como la ira, el estrés o la violencia aumenten, tal como lo afirma Valentín Martínez, doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Un estudio publicado en The Lancet en 2022, el cual analizó cuatro mil millones de tuits, aseveró que tanto las temperaturas muy altas, como las muy bajas tienden a aumentar los comportamientos agresivos y los discursos de odio en línea en un 22%.
Desafortunadamente otros análisis han concluido que el aumento del calor está asociado al incremento de las conductas agresivas, como es el caso de una investigación dirigida por expertos en violencia de género, especialistas en epidemiología y psicólogos de la Policía y la Guardia Civil en Madrid, el cual analizó los meses de mayo a septiembre del periodo 2008-2016.
Las investigaciones pusieron en evidencia que por cada grado en el que la temperatura supera la marca de los 34°C, los feminicidios efectuados por la pareja de la víctima aumentaron un 28,8% con respecto a la media, lo que llevó a la siguiente conclusión:
“Esto no quiere decir que el estudio de Madrid revelara que la violencia de género sea una consecuencia directa del calor. Ni mucho menos. Su conclusión fue que el calor es un factor que influye en el aumento de la violencia, junto con otras causas”.
Mar Gómez, meteoróloga y divulgadora científica, destaca los efectos negativos de las altas temperaturas en las personas con enfermedades de la mente:
“Existen numerosos estudios que establecen vínculos entre la salud mental, el estado de ánimo y el comportamiento cerebral con el calor, por lo que las personas con problemas de salud mental son especialmente vulnerables”.
Lo peor es que las temperaturas elevadas pueden afectar significativamente los malestares de las personas con enfermedades psiquiátricas a nivel no sólo mental, sino también físico:
“Sabemos que las personas con esquizofrenia pueden tener dificultades para regular su temperatura corporal y que los cambios de temperatura pueden alterar los síntomas de los trastornos del estado de ánimo.
Además, algunos medicamentos psiquiátricos, incluidos ciertos antidepresivos y antipsicóticos, pueden afectar a la forma en que el cuerpo regula la temperatura y las personas que los toman son especialmente vulnerables a los efectos del calor extremo”.
Las razones por las que el funcionamiento del cerebro se ve afectado en temperaturas elevadas responden a cuestiones fisiológicas. Una de las causas es que la regulación de la temperatura corporal, la cual, como explica Valentín Martínez, es una tarea de dicho órgano.
Por lo que el aumento del calor “obliga al cerebro a trabajar más para regular la temperatura corporal, lo que afecta negativamente a la capacidad mental”, ya que nuestro cerebro gasta gran parte de su energía en tratar de refrescar el cuerpo.
Para lograr enfriarnos, el cuerpo utiliza diferentes mecanismos, como la vasodilatación, la sudoración o la producción de adrenalina, la cual, según Martínez, provoca irritabilidad cuando estamos en periodos de calor intenso.
Aunado a ello, las temperaturas extremas impiden el adecuado descanso del cuerpo y afectan el sueño, como explica Mar Gómez:
“En las noches tropicales , cuando la temperatura ambiente no baja de los 20ºC, nuestro cerebro se sobreexcita y aumenta la sudoración corporal, de modo que nuestro cuerpo se encuentra en un estado similar al de tener que realizar una actividad física intensa, totalmente incompatible con el descanso o con mantener cómodamente el sueño”.
La falta de descanso genera una serie de complicaciones, ya que nos aletarga cognitivamente e incrementa los niveles de ansiedad, estrés e irritabilidad debido a la pérdida de control prefrontal, que es la zona donde se procesan las emociones. PdC.
Fuente: Expok.
Foto de murat esibatir.