Miscelánea

Generación vape

Por Bernat del Ángel.

Hace tres meses, Nicolás, de 17 años, comenzó a vapear para lidiar con el estrés de los exámenes finales en su último año de preparatoria. “Estaba hasta la madre y necesitaba algo para calmarme un poco”, confiesa bajo la condición de anonimato. No está solo.

En todo el continente, miles de adolescentes han caído en la trampa del vapeo, muchos de ellos sin siquiera darse cuenta del peligro. Se calcula que en México, uno de cada cinco adolescentes ha probado el vapeo, y la tendencia va en aumento.

Para Nicolás, conseguir un vape no fue difícil. En las calles de cualquier ciudad latinoamericana, los dispositivos de vapeo se venden como si fueran dulces.

“Aquí, es pan comido. Solo necesitas que alguien mayor te lo compre”, me cuenta.

México, al igual que otros países de la región, tiene una larga historia de consumo de tabaco, y ahora el vapeo ha encontrado un terreno fértil. Nicolás consiguió su primer vape recargable a través de un primo mayor, y desde entonces, no ha dejado de pedir líquidos mensualmente. “Estoy tratando de bajarle, pero hay sabores chidos y quiero probarlos”, admite.

Lo que comenzó como una moda ha escalado rápidamente y pinta para convertirse en un problema de salud pública. Nicolás dice que muchos morros, como él, empiezan a vapear por la presión de los exámenes, pero la mayoría lo hace porque “está de moda y todos quieren jalar”.

Los sabores dulces y atractivos no ayudan, y han sido objeto de controversia. Los gobiernos acusan a los fabricantes de vaporizadores de atraer a los jóvenes con sabores diseñados para parecerse a los dulces de la infancia.

Un estudio reciente en México reveló que más del 60% de los estudiantes de secundaria han visto anuncios de cigarrillos electrónicos, ya sea en tiendas, en línea o en redes sociales. Estos anuncios, al igual que los de los cigarrillos tradicionales, juegan con temas de rebeldía y libertad, usando modelos jóvenes y atractivos para vender una imagen de independencia y superioridad.

En Estados Unidos, Juul, una de las principales marcas de vapeo, fue criticada por su comercialización dirigida a menores y obligada a pagar millones en multas.

En México, aunque las regulaciones son menos estrictas, las tácticas de marketing son igual de agresivas.

A pesar del creciente uso del vapeo en la región, la investigación sobre sus efectos a largo plazo es prácticamente inexistente. En países como Argentina, Brasil o Colombia, los estudios sobre el vapeo se enfocan más en las actitudes hacia el uso de cigarrillos electrónicos que en la prevalencia real del hábito entre la población. Esto significa que todavía estamos en la penumbra en cuanto al verdadero impacto del vapeo en la salud pública de estos países.

Una de las principales preocupaciones con el vapeo es la variedad de dispositivos y la falta de estándares en su fabricación. Diferentes vaporizadores pueden tener diferentes voltajes, temperaturas y materiales, lo que significa que los químicos que inhala el usuario pueden variar significativamente. Algunos estudios han encontrado altos niveles de toxinas en los líquidos y aerosoles de los cigarrillos electrónicos, incluyendo metales pesados y formaldehído, un químico que se sabe es cancerígeno.

Además, los líquidos para vapear a menudo contienen químicos saborizantes como el diacetilo, que se ha relacionado con enfermedades pulmonares graves. Aunque aún es pronto para determinar con certeza los riesgos a largo plazo, los estudios sugieren que el vapeo podría ser tan peligroso, si no más, que fumar cigarrillos convencionales.

A pesar de todo esto, la percepción generalizada es que vapear es menos dañino que fumar. Pero la evidencia comienza a sugerir lo contrario. Los datos internacionales muestran que los jóvenes que vapean tienen más probabilidades de caer en el hábito del tabaquismo. Lo que comienza como un experimento inofensivo se convierte rápidamente en una adicción difícil de romper.

Así que la próxima vez que veas a un mozalbete vapeando en la esquina de la calle, recuerda que detrás de esa nube de vapor se esconde un problema mucho más serio. Uno que, si no se enfrenta ya, podría convertirse en la próxima gran crisis de salud pública en México.

Y es que en un país donde la corrupción es endémica y la educación es un privilegio, el vapeo es solo otro veneno disfrazado de libertad. PdC.

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