El Rincón del Loco

“Somos violetas” de Marta Galisteo Gómez

“Somos Violetas”, es una de esas novelas que se leen en un par de noches y se rumian durante semanas. No por su prosa preciosista ni por su virtuosismo literario —no va por ahí—, sino porque la historia se mete bajo la piel sin pedir permiso. ¿Qué tiene de especial? Que lo que empieza como una confesión brutal —”Soy Alice y estoy en la cárcel por asesinato”— se convierte en una especie de montaña rusa emocional donde nada es lo que parece y nadie es del todo inocente.

Alice es una joven fotógrafa, con pinta de tenerlo todo, que termina encerrada por matar a alguien. Y no se anda con rodeos: desde el primer párrafo sabes que esto no va de descubrir si lo hizo, sino por qué. La narración, en primera persona y salpicada de capítulos en tercera, se mueve entre el pasado y el presente como quien hurga en una herida: con curiosidad morbosa, sí, pero también con necesidad de entender.

Así nos vamos enterando de que detrás de su caída hay un cóctel de relaciones tóxicas, recuerdos reprimidos, abandono familiar y un historial de traumas que harían temblar al más curtido. Connor, el primer amor, es una figura ambigua, a ratos víctima, a ratos verdugo. Lucca, el amante italiano, es puro exceso: seductor, talentoso, y absolutamente destructivo. Lo que empieza como una relación apasionada pronto muta en adicción emocional y dependencia camuflada de lujo y caricias.

Pero no todo es drama. Marta Galisteo salpica la historia con humor negro del bueno, ese que te hace soltar una carcajada incómoda en medio del caos. Alice no es una mártir, ni busca tu compasión: se burla de sí misma, de sus errores y de las ironías del destino que la llevaron a compartir celda con Thais, una reclusa que, en medio del encierro, le enseña que las violetas también florecen en invierno. Con un poco de luz, y otro tanto de empatía.

“Somos Violetas” es vertiginoso. No hay relleno, no hay florituras innecesarias. Marta Galisteo escribe con bisturí, corta donde duele y va al grano. Cada capítulo suma, cada personaje es una pieza más del rompecabezas. Mafia, traiciones, flashbacks dolorosos, secretos familiares, y un sistema carcelario donde la humanidad aún encuentra resquicios para sobrevivir.

¿El gran acierto de “Somos Violetas”? Que no pretende ser un manifiesto feminista ni una denuncia social, pero lo es. Y lo es porque expone, sin moralinas ni condescendencias, lo fácil que es caer en relaciones destructivas, lo invisibles que pueden ser ciertos abusos, y lo duro que es reconstruirse desde el barro.

El final, me parece, es redondo. Tiene esa última frase que encaja como una bala en la recámara: justa, letal y perfecta. No es una historia cómoda, ni pretende serlo, pero sí es una lectura necesaria para quienes buscan algo más que un thriller común. “Somos Violetas” no te va a dejar igual que antes de abrir la primera página. Y eso, en estos tiempos de novelas clónicas, ya es decir mucho. ¿Quién necesita héroes cuando puedes tener personajes reales y jodidamente humanos?

Marta Galisteo Gómez (Madrid 1986) es escritora, fundadora y directora de la agencia de comunicación Masstige Comunicación, creada en noviembre de 2019, tras 10 años de trayectoria profesional en distintas agencias de comunicación como Red Hot PR (Londres), Balaguer Comunicación, Equipo Singular o Fly me to the Moon, así como en departamentos de marketing de empresas del sector de gran consumo como Ahorramas. PdC.

Escrito por B. Del Ángel.

Deja un comentario

Your email address will not be published.

Te puede gustar