“El Padrino”, la cinta del director Francis Ford Coppola cumple medio siglo, desde aquel 15 de marzo de 1972 cuando fue exhibida en Estados Unidos por primera vez y mostró una forma de violencia que no se había visto en el cine hasta ese momento
El comunicólogo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM Edgar Adrián Mora Bautista asegura que el largometraje y su secuela revisten importancia fundamental para la historia del séptimo arte.
Es de las pocas producciones históricas que cuenta con el consenso generalizado del espectador promedio y de la crítica: es una obra grandiosa.
“Debido a que sus personajes son multidimensionales, y eso impacta en el espectador, es lo que transforma la percepción y recepción de sus mensajes cinematográficos. Como ejemplo está la generación de simpatía en el antihéroe; es decir, la película va más allá de la idea del bien y el mal, como valores absolutos”.
El público mira al mafioso que vive del crimen, que tiene una forma de sustento cuestionada, también como un personaje con dejo de autoridad y de justicia.
“Vito Corleone se convirtió en un arquetipo audiovisual para referirse al mafioso. De hecho, cuando alguien interpreta a uno en el cine, aun como parodia, existe esta idea de la voz ronca, de cadencia al hablar, que es una forma de identificar la idea de liderazgo dentro de la mafia. Es un arquetipo que ha tenido muchas derivaciones posteriores”, apunta.
Para el también docente de Historia en la Universidad Iberoamericana, “es una de las grandes historias de la cinematografía y eso la exime de cualquier referencia temporal, inserta una forma de violencia que no se había visto en el cine hasta ese momento; hará sentir al espectador muy cerca de lo que se está contando. Es épica”. PdC.