Miscelánea

Solo queda agua para cuatro décadas

Qué tiene que suceder para tomar conciencia que los niveles de agua van disminuyendo al grado que un día ya no se podrán cubrir las necesidades de toda la población, ya no pensemos del mundo, simple y sencillamente de una ciudad como la capital de nuestro país.

Y es que por un lado se continúa con la contaminación de los mantos acuíferos y por otro el desperdicio inconsciente y diríamos hasta brutal de agua.

Con motivo del Día Mundial del Agua, que se celebró el 22 de marzo el doctor en Planeación Urbano-regional por la Universidad de California, Berkeley, Manuel Perló Cohen, señala que al ritmo de la extracción actual, se calcula que en la Ciudad de México quedaría agua para cerca de 40 años.

Perló Cohen recalca que bajo nuestros pies se encuentra una riqueza que es mayor a la del petróleo: tenemos acuíferos extraordinarios, generosos, que han servido a toda la nación, en especial a aquellas zonas donde llueve poco, donde no hay líquido disponible en fuentes superficiales.

Debemos hacer conciencia de que ahí tenemos un tesoro, el más importante en términos de recursos naturales. Nada se puede comparar con lo que representa el agua y las carencias que significaría no tenerla. Imaginemos lo que sería carecer de ella tan sólo un día, advierte el experto universitario.

De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, dos mil 200 millones de personas viven sin acceso a agua potable. En México, de 12.5 millones a 15 millones de habitantes (aproximadamente 10 por ciento) no tienen disponibilidad a ese recurso; de ellos, 9.3 millones carecen de una toma en sus viviendas.

¿Qué hacer?

Manuel Perló destaca que podemos tomar diversas acciones para detener el proceso de deterioro de los acuíferos; “revertirlo es cosa más seria y difícil, pero por lo menos podemos frenarlo, que la pendiente no se haga cada vez más aguda y extrema”.

Se requiere más investigación que nos permita saber cuál es el nivel de nuestras reservas de agua. El conocimiento científico que se impulsa en las universidades, como la UNAM, y en el gobierno, debe incrementarse para saber la cantidad de líquido que tenemos en realidad. Debemos saber con datos precisos cuánta hay en las reservas, cuánta se infiltra, se extrae, se consume, etcétera.

De igual manera, es importante proteger las áreas de recarga del acuífero; debemos conservarlas como si fueran lugares sagrados, porque si las perdemos el agua que debería infiltrarse va a correr por el asfalto e irá a dar al drenaje.

Una opción más, enlista el académico, es hacer la recarga artificial de acuíferos con agua tratada de calidad, como lo que se realiza en países como Estados Unidos, Australia, Alemania o Israel.

También debemos reducir la extracción subterránea mediante el uso eficiente y el cuidado del vital líquido, con ayuda de equipos de consumo doméstico e industriales ahorradores.

“En los hogares tenemos un gran potencial de ahorro, pero también debe haber un cambio significativo en la actividad agrícola”. Hay que rescatar los acuíferos, protegerlos y convertirlos en la garantía de nuestro futuro; nuestra vida depende de ellos, concluye.

Siempre se nos ha dicho que el agua se va a acabar, aun cuando en algunas partes del país y de la Ciudad de México se vive a diario la falta del líquido, el que nos digan que solo nos queda para cierto tiempo no genera la conciencia de que efectivamente estamos entrando en un camino sin retorno respecto a la falta del vital líquido. PdC.

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