El benceno, cromo y formaldehído son otro tipo de sustancias tóxicas atmosféricas que a largo plazo y en bajas concentraciones también afectan la calidad del aire y que a largo plazo reduce la esperanza de vida.
Señala el investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, José Agustín García Reynoso con motivo del Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul, que se conmemora hoy 7 de septiembre.
El especialista considera que zonas aledañas a la capital del país, como Ecatepec, Tlalnepantla y el Valle de Toluca (todas en el Estado de México), pueden considerarse de alto riesgo porque tienen fuentes adicionales de contaminantes a los llamados “criterio”.
Los “contaminantes criterio” que se generan por diversas fuentes, son: ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono y plomo. “Con ellos se evalúa la calidad del aire”, refiere que son partículas en suspensión que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emite recomendaciones.
Explica que algunas sustancias pueden emitirse solo por un periodo corto y causar síntomas inmediatos, como irritación de ojos y garganta, pero el riesgo mayor es a largo plazo, pues hay contaminantes que producen cáncer o que, según un estudio propio de hace aproximadamente diez años, pueden reducir la esperanza de vida hasta en 60 días.
“Lo más importante es que la gente esté consciente de que el aire no está limpio. Y no solo en las ciudades, sino en zonas agrícolas e industriales”, recalca.
En las zonas agrícolas de México, aunque no existen mediciones, se sabe que es mala debido a la quema de pastos y maleza; en las zonas industriales por las emisiones de las fábricas y en las metrópolis primordialmente por el transporte.
En la Ciudad de México, en un rango de 0 a 10, estamos en el nivel cinco de contaminación, aunque la mayor parte del tiempo estamos contaminados, las emisiones varían debido a las actividades y eso hace que no se tenga un aire limpio.
Por lo que la calidad del aire en la capital del país no es saludable ni tampoco en la mayoría de las urbes del país y del mundo “debido a que hay emisiones frescas de actividades vehiculares, de hogares, comercios e industrias dependiendo del tipo de ciudad de que se trate”.
Contaminación natural por el polvo que llega de los desiertos, las cenizas que se esparcen después de una erupción volcánica o la quema de grandes extensiones de campo ocasionan afectaciones a la calidad del aire, las cuales se suman a la polución antropogénica que producen el transporte, la agricultura y las industrias, recalca el investigador.
La calidad puede no ser aceptable para la salud humana, incluso cuando las variaciones son de origen natural. El polvo que llega a la atmósfera del Sahara o del desierto de Altar, en Sonora, tiene graves afectaciones, y es de origen natural, pero también coopera en la afectación al aire, aclara el especialista. PdC.