Con ondas de choque un grupo de científicos universitarios extraen de las plantas compuestos fitoquímicos con propiedades antioxidantes, antibacteriales y anticancerígenas de plantas endémicas.
En el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA) de la UNAM, los investigadores asesorados por Miriam Rocío Estévez González, se logra la extracción de forma más rápida, eficiente y ecológica que con los métodos convencionales, porque no se emplean solventes.
Mientras que en el Laboratorio de Ondas de Choque del Centro, con sede en Juriquilla, Querétaro, se consiguió la transformación genética de hongos y el “rasurado” de sus esporas, de interés para la industria farmacéutica porque se utilizan en la producción de enzimas, antibióticos, moléculas para vacunas y anticoagulantes, entre otros productos, explicó su responsable, Achim Max Loske Mehling.
Con esta modificación de los hongos filamentosos “podemos aumentar la producción de las enzimas que secretan”; su transformación genética con ondas de choque (desarrollo que también puede impactar en las industrias alimenticia y textil) obtuvo una patente nacional.
Pero ¿qué es una onda de choque?
Una onda de choque se genera cuando se deposita bastante energía en un espacio pequeño. Se trata, de una “subida” y “bajada” de presión súbita, de hasta mil 500 veces la presión atmosférica a nivel del mar, y en un tiempo extremadamente corto (que puede ser de millonésimas de segundo).
En la naturaleza, por ejemplo, se generan a causa de un rayo durante una tormenta.
Desde hace décadas son múltiples sus usos, entre otros en medicina para pulverizar cálculos renales, y en ortopedia, cardiología, traumatología y dermatología, por ejemplo. Sin embargo, no esperábamos que pudieran ser útiles en farmacéutica y biotecnología, recalca el experto.
El equipo que se usa para estas aplicaciones es una tina con agua y un generador de ondas de choque, que podemos imaginar como una especie de bocina de audio que tiene montada una serie de cristales piezoeléctricos; las ondas se concentran en una región llamada foco. “Ahí colocamos un pequeño recipiente denominado vial, que contiene lo que queremos tratar”.
El hallazgo se dio a conocer en la revista internacional Journal of Fungi, mediante el artículo Effect of Shock Waves on the Growth of Aspergillus niger Conidia: Evaluation of Germination and Preliminary Study on Gene Expression, el pasado 24 de octubre.
En otra aplicación novedosa de la cavitación acústica, los científicos descubrieron que también funciona para extracción de compuestos. Al respecto, el especialista refirió que de algas y plantas endémicas se obtienen algunos fitoquímicos relevantes como los flavonoides y las fucoxantinas.
Hasta ahora se consiguen por varios métodos –algunos rudimentarios, como la maceración–, consistentes en extraer o “exprimir” lo que es de interés, de plantas como el palo azul (Eysenhardtia polystachya), que tiene propiedades importantes, como compuestos anticancerígenos.
Hemos descubierto que, si molemos en partículas finas la corteza de ese árbol, hacemos una suspensión, la colocamos en un vial y hacemos pasar ondas de choque, podemos extraer fitoquímicos, sin solventes, sin calentar o usar ultrasonido; es decir, de manera más rápida, eficiente y ecológica.
El equipo de investigación también probó algas marinas, como el sargazo, y el cuachalalate, porque tienen alto contenido de fitoquímicos, con los mismos resultados alentadores. PdC.
Foto de isaac Mijangos.