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Mujeres hablando de ellas… Fuerte como un Roble

El tiempo no se detiene, aquí estamos un año más para continuar recordando al mundo que las mujeres son imparables, para recordar la fuerza que tienen, para que su voz se escuche, para que resuene cada una de sus historias, porque aun cuando son vidas sencillas son tan grandiosas como las que más.

Son historias comunes llenas de lucha y determinación, porque eso es lo que caracteriza la vida de cada mujer, como la de Colet, quien piensa que las mujeres son la fuerza que mueve todo; porque muchas veces solas, sin un hombre junto a ellas, pueden mover desde una casa hasta al país más poderoso.

Y es que dice ella que una mujer nunca se rinde, siempre está en movimiento y esforzándose por dar lo mejor para ella y los demás; siempre cuidando y siempre dispuesta a dar más, y si se trata de sus hijos no hay poder que la detenga…

Así es Colet, que cuando lo tuvo todo en contra porque no tenía nada, solo el coraje de verse sola con sus hijos pequeños, lloró y lloró y lloró hasta que se cansó, pero después nada la detuvo, se esforzó hasta verlos crecer sanos y darles un mejor porvenir. Ellos ahora son profesionales trazando sus vidas rumbo al éxito.

Aun cuando los tiempos le fueron difíciles porque al esposo se le olvidó el valor de la familia, ella está muy a gusto con ser mujer, porque dice que serlo le ha dado la oportunidad de dar vida, de formar y guiar a uno seres que son grandes personas y que seguirán su camino con fuerza y decisión.

“Me encanta ser mujer porque a pesar de que nos dicen el sexo débil, siempre somos el fuerte, tan fuerte somos que damos vida, que a pesar del abandono de la pareja y las dificultades sacas adelante a tu familia. Siempre pensantes y tomando decisiones que a veces el sexo ‘fuerte’ no se atreve a hacer”.

Por eso, para Colet ser mujer significa la forma más sublime de ver la belleza y la fuerza en una sola persona, la alegría y la tristeza, el saber que estar sola en realidad no lo es porque siempre habrá una mano de mujer que te dará apoyo y te ayudará a salir de donde sea.

Y es que eso fue, la solidaridad y sororidad de otra mujer, una de sus mejores amigas, quien le tendió la mano para marcar su camino con fuerza y decisión, sobre todo porque tenía por delante la responsabilidad de dos vidas en ciernes.

Ella no se “a chica” en un mundo machista en donde es más complicado ser mujer, a pesar, como dice, de los avances que se han hecho para lograr seguir adelante, es difícil continuar.

Piensa que no se ha dado el justo valor a muchas mujeres que han destacado en diferentes ramas de la ciencia o en la vida normal; no se ha protegido a mujeres que han muerto en manos de hombres y que al ser gobernados por ellos se protegen.

No obstante en el mundo misógino en el que se desarrolla la mayoría de las mujeres, Colet orgullosa de sí misma considera que a pesar de todo en contra “hemos destacado, seguimos vivas y continuamos luchando porque nos den el valor que sabemos que tenemos”.

Y como les platico, orgullosa y satisfecha de lo que ha logrado, siempre “echada para adelante” aun cuando los vientos están en su contra, ella ve las ventajas de ser mujer como ser el núcleo de la familia, “somos el centro del universo”.

“Siempre acuden a nosotras a pesar de todo, nunca nos rendimos por más que el mar esté picado, vemos para adelante en cualquier circunstancia, nos guiamos por el corazón, pero siempre pensantes, somos compañeras en todo sentido y damos lo mejor de nosotras”.

Las circunstancias la han hecho parecer adusta, pero es como esas frutas con cáscara dura que cuando la retiras es dulce por dentro; sin embargo, no por eso es débil, al contrario, toda esa fuerza y seguridad que ha acumulado al viajar sola por la vida le da la satisfacción de haber salido de la tormenta ella sola, claro, también impulsada por el amor a sus hijos.

Porque al haberse quedado sin pareja, que en su momento fue dolor también fue un parteaguas que le permitió darse cuenta de su fortaleza y capacidad que no sabía que tenía.

Ahora, a la distancia se siente orgullosa de haber sacado adelante a sus hijos y darles una carrera, de haber podido viajar a lugares que, casada, no hubiera conocido, de haber tenido la oportunidad de conocer a un hombre que sin ser el padre de sus hijos los apoyó y ayudó durante el tiempo que la vida les permitió convivir.

“Estoy muy contenta de los logros que he obtenido y más de los que sé que estoy próxima a obtener”, aunque le entristece no haber estudiado una profesión. Pero está a gusto con lo que es y como es. No cambiaría nada de ella porque al hacerlo su esencia sería otra, no la misma persona en la que se ha convertido y con la que convive todos los días.

Es grato conocer a alguien que se ama así misma  y una enseñanza para quienes la rodean, porque el amor propio es la clave para caminar por la vida y enfrentarse a los retos; sentirse orgullosa de verse en el espejo y decirse:

“Mira ha sido difícil el camino, pero no imposible”; voltear y ver lo mucho que ha cambiado y caminado para lograr lo que ahora tiene y ser feliz con lo que es como ser humano.

Calla y piensa luego de preguntarle ¿qué le agrada de ser mujer? Lo medita y responde: “pregunta difícil, me gusta todo porque he aprendido que la independencia me ha dado seguridad, que la libertad me ha dado poder, que la soledad me ha dado tranquilidad…”

Con su voz firme que a veces parece impositiva, nos dice que ha aprendido a amarse y amar a otras personas “y en especial mostrarle a mi hija que ella es maravillosa y que no debe permitir que nadie la lastime en ningún sentido”.

Pero su enseñanza va más allá, también para su hijo al hacerlo consciente “que una mujer vale mucho y merece todo el respeto del mundo y que ninguna tiene porque tolerar ninguna grosería de su parte. Ser mujer es lo más maravilloso del mundo”.

Colet es soñadora como la gran mayoría de las mujeres, pero también muy realista. Le encantaría que la vida de las mujeres estuviera a la par de la de los hombres, pero no en el sentido de ser iguales, porque a su decir “no, no somos iguales, somos muy diferentes porque si no, no habría equilibrio”.

Ella considera que mujer y hombre deben verse en un todo, en el que ellas sean valoradas por lo que son, “como mujeres que pensamos, tenemos habilidades iguales o mejores que los hombres, que podemos hacer trabajos a la par de ellos y que debemos recibir el salario justo para ambos y que dejen de pensar que no podemos. Porque nosotros si tenemos la mentalidad de poder”.

Tiene seguridad en sí misma no obstante se siente insegura, desprotegida en las calles por la violencia que se vive en ellas y en él área laboral, pero confía que puede cambiar entre más “alcemos la voz y mostremos nuestra fuerza”.

“Esto debe cambiar ¡ya!, debe haber leyes más estrictas para castigar a los que lastiman a las mujeres, también haber leyes de trabajo igualitarias para castigar a las empresas que consideran que por el hecho de ser mujeres, no tenemos el mismo valor que un hombre a pesar de que a veces estás mejor calificada que ellos”.

Por esa desigualdad que menciona, le preguntamos si en algún momento prefirió no ser mujer. Tal vez dice ella, cuando era más joven y sus padres no la dejaban ir a donde quería y observaba que en cambio los hombres podían salir con libertad.

Pero recapacita y comenta que ahora le gusta y está feliz de ser mujer, “de saber que sola saque adelante a mis hijos y que no necesité de ningún hombre para hacerlo, que no necesito de un compañero para ser feliz y disfrutar de mi vida y gozar en plenitud el ser mujer”.

Su vida no ha sido fácil pues ha navegado contra corriente, no obstante llegó a buen puerto gracias a su fortaleza, con razón se compara con un roble.

Un árbol con un tronco muy fuerte y raíces bien plantadas, profundas que a pesar de lo fuerte que sople el viento o que el clima esté complicado no se mueve, permanece fijo en su lugar, pero si hay buen clima, se mece y disfruta de los rayos del sol.

“Da cobijo con sus grandes ramas y permite la vida a su alrededor, da cobijo y hogar a quienes lo necesitan, ofrece su sombra al necesitado. Un árbol que vive para siempre y que a pesar de todo nunca se deja vencer”.

Así me siento yo, fuerte, serena y dispuesta a ver el futuro sin volverme loca, responde de inmediato y no lo piensa mucho cuando le preguntamos cómo se describe:

“Creo que estoy un poco loca, pero me gusta reír, me encanta que las personas que me rodean se sientan feliz a mi lado, me gusta disfrutar de mi compañía, pero también estar contenta con las personas que me rodean, trato de siempre ver la vida positiva, aunque a veces fracaso en el intento.

Cuando entrego mi amistad soy muy leal, me gusta estar siempre con mis amigas en los buenos momentos, pero más en las dificultades o malos momentos.

Doy mi amistad sincera, pero si me traicionan no hay vuelta atrás, se acabó, no permito una segunda oportunidad, me retiro y no vuelven a saber nada de mí”.

Esta es la historia de Colet, una mujer tajante, determinante, que le encanta disfrutar la soledad, pero también disfruta la compañía de los amigos, que a pesar de los tiempos difíciles piensa que no es imposible cambiarlos.

Como positiva que es, dice que hay que ver estos tiempos “con buenos ojos y no adelantarse a algo que todavía no pasa, estar prevenidos, pero no asustados”. PdC.

 Foto de Felix Mittermeier.

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