Por Bernat del Ángel.
La vida ofrece diversas metas: Construir un hogar hermoso, alcanzar ese ansiado ascenso y gozar de relaciones plenas…
Pero, ¿qué pasa cuando elevamos la vara tan alto que nada parece cumplir con nuestros estándares imposibles?
Aquí es donde el perfeccionismo entra en juego, y sus consecuencias suelen ser ansiedad, auto-duda, baja autoestima e incluso depresión.
Te cuento: Un estudio que abarcó a más de 40,000 estudiantes universitarios en diversos países durante 28 años, publicado en el Psychological Bulletin, revela que el perfeccionismo ha experimentado un “aumento sustancial”. Suponen que esto se debe a la naturaleza optimista de las redes sociales y la globalización que abarca, obvio, todo.
En tiempos pasados, nuestro juicio provenía principalmente de aquellos en nuestro círculo cercano. Pero con el aumento del comercio, oportunidades laborales y viajes por todo el mundo, estamos globalmente más conectados. Esto nos expone a estándares más elevados de perfección a escala mundial, ya que nos comparamos con ideales a los que antes no teníamos acceso.
¿Qué es el perfeccionismo?
Si el perfeccionismo es tu sombra espía, buscas la perfección y rechazas cualquier cosa que no la alcance. Puedes pensar que esto te ha llevado al éxito, pero la investigación demuestra que el rendimiento y el perfeccionismo no están necesariamente vinculados. ¡Booom!
De hecho, las tendencias perfeccionistas pueden afectar indirectamente al rendimiento a largo plazo debido a su impacto negativo en la salud mental y física.
El dilema surge cuando los perfeccionistas no alcanzan su ideal; lo interpretan como un reflejo de su valía como personas. En lugar de celebrar logros como un segundo lugar o un 98%, se autoimponen castigos mentales por no ser los mejores.
¿Qué causa el perfeccionismo?
No hay una única causa para el perfeccionismo; puede ser una combinación de factores externos, como sociedad, cultura, experiencias infantiles o expectativas parentales, y factores internos, como el deseo de control, baja autoestima, miedo o comparación.
Al tener una mayor conciencia del perfeccionismo en tu vida, puedes buscar un equilibrio saludable entre buscar la excelencia y gestionar el fracaso.
Señales ligeras de que eres perfeccionista:
Estableces estándares extremadamente altos para ti mismo.
Dicen que pasas demasiado tiempo enfocado en pequeños detalles.
Te cuesta delegar tareas a otros.
Eres muuuy consciente de tus propias deficiencias.
Si no puedes hacerlo perfectamente, no quieres hacerlo en absoluto.
Solo te sientes validado cuando otros te dicen que eres ‘bueno’.
El fracaso no es una opción para ti.
¿Te has identificado con alguna de estas afirmaciones? ¿Un poco sí?
¡Es momento de reconocer tu esencia humana y terrícola!
A ver, regular el perfeccionismo no es renunciar a la excelencia; es liberarse de estándares inalcanzables para abrazar un progreso realista.
Implica reconocer que la imperfección no es sinónimo de mediocridad, sino una parte valiosa y humana del proceso de crecimiento y aprendizaje.
Al dejar de perseguir la perfección irracional, se abre espacio para la autenticidad, la creatividad y el bienestar genuino. Siempre. PdC.