Jacques Audiard, maestro de historias humanas y vulnerables, se adentra en un territorio nuevo con “Emilia Pérez”, una propuesta que mezcla musical, drama y narcotráfico con la transición de género como eje central. En papel, esta combinación suena como un cóctel explosivo; en pantalla, el resultado es un desastre que desentona y se cae en el intento de ser innovador y provocador.
“Emilia Pérez” narra la historia de Juan “Manitas” Del Monte, capo del narcotráfico mexicano que decide someterse a una cirugía de afirmación de género para convertirse en Emilia Pérez. La trama se desarrolla a través de su relación con la abogada Rita Castro (Zoe Saldaña), quien maneja la logística legal y clandestina de esta transformación, y Jessi (Selena Gomez), la esposa del narco, quien queda en el limbo emocional tras la “muerte” simulada de su pareja.
En principio, “Emilia Pérez” es ambiciosa: aborda temas complejos como la identidad de género, el amor y el perdón en el marco de un México azotado por la violencia del narcotráfico.
Sin embargo, Jacques Audiard no parece entender la profundidad de los temas que toca. Su representación de México se queda en clichés manidos y su intento de explorar la disforia de género y la transición carece de sensibilidad y conocimiento real.
Desde el inicio, “Emilia Pérez” muestra grietas evidentes. La narrativa simplifica procesos como el uso de hormonas, la eliminación de vello facial y la aceptación familiar, lo que desdibuja la experiencia trans y perpetúa estereotipos dañinos. Peor aún, “Emilia Pérez” fracasa en humanizar a su protagonista; Emilia no enfrenta las consecuencias emocionales y familiares de su transición de forma creíble, dejando al espectador con un personaje plano que inspira más desconcierto que empatía.
La parte musical, que podría haber sido la salvación del filme, es otro punto débil. Las canciones carecen de gracia y estilo, resultando en una serie de números tediosos que entorpecen el ritmo narrativo. Aunque Zoe Saldaña demuestra su versatilidad al bailar y cantar, y Selena Gomez tiene momentos de brillo, estos destellos no son suficientes para salvar un espectáculo que nunca encuentra su tono.
La película también se enfrenta a un problema ético. Jacques Audiard, un director cisgénero, intenta contar una historia profundamente arraigada en experiencias trans sin consultar a organizaciones como GLAAD o colaborar con cineastas trans. Esto resulta en una representación superficial que muchos críticos trans consideran peligrosa para la comunidad.
En un momento donde la representación importa más que nunca, “Emilia Pérez” parece un paso atrás.
Termino, “Emilia Pérez” tenía el potencial de ser una obra maestra provocadora, pero termina siendo un ejemplo frustrante de buenas intenciones mal ejecutadas. Con un guion débil, una dirección desconectada y un enfoque musical fallido, la película es un recordatorio de que no basta con abordar temas relevantes; también es necesario hacerlo con respeto, conocimiento y profundidad. Un espectáculo que desafina, dejando al espectador confundido y decepcionado. Mala. Prescindible. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.