Todas salimos el 8M con un mismo propósito: a Exigir EQUIDAD, JUSTICIA Y LIBERTAD. Muchas como yo, salimos a las calles de la Ciudad de México, y las llenamos, nada nos lo impidió.
Desde varios puntos de la ciudad, los contingentes poco a poco se fueron conformando para marchar con dirección al Zócalo. Dicen que todos los caminos conducen a Roma, y así fue; salieron del Monumento a la Revolución, de Reforma, el más grande, del Ángel de la Independencia. Destino?, llegar a Palacio Nacional, esa era la consigna.
Ayer fue una verdadera romería, no importaba desde dónde vinieran, por todos lados, vestidas de morado las mujeres nos hicimos ver. Muchas tomamos el transporte público para llegar al lugar de la cita. Cuando abordé la estación “Coyuya” fue grato ver a todas vestidas con ropa alusiva, ya la blusa, ya la playera, ya la mascada moradas, verdes y negras.
La vibra era muy particular, aunque no nos conocíamos, mucho menos intercambiábamos palabras, pero todas en la mente llevábamos la misma idea, exigir justicia y respeto; en el rostro se reflejaba nuestra decisión.
Fue en la estación Sonora del Metrobús, ubicado en el centro sur de la ciudad, que se cerraron tanto estaciones como calles, por lo mismo tuvimos que bajar y sin querer desde ahí comenzó nuestra marcha; nos bajamos y decidimos caminar hacia nuestros destinos, unas con dirección a Revolución y otras a Reforma.
Si no fuera porque sabía del dolor de muchas madres con hijas desaparecidas o muertas, el ambiente era como festivo.
Muchas llevaban carteles con consignas de protesta, de exigencias, de clamor tanto a la sociedad como al gobierno: ¡que paren los feminicidios e injusticias!, se leía en casi todas las pancartas, y es que a eso nos enfrentamos día con día todas las mujeres de esta sociedad machista.
Al caminar hacia el Monumento a la Revolución, incluso a atravesando parte de Reforma, donde ya había dado inicio la marcha, pude notar que había algunas pintas con mensajes de protesta en contra del machismo y, la falta de compromiso por parte del gobierno en ejercer su trabajo en favor de los derechos de la mujer.
Una vez que llegué al punto de encuentro con mi amiga, quien me acompañó, nos unimos aún contingente de la Facultad de Derecho, para marchar todas juntas. Caminamos sobre Av. de la República, para incorporarnos a Paseo de la Reforma, y de ahí hacia avenida Hidalgo para encaminarnos hacia el Zócalo.
El recorrido duró aproximadamente dos horas y media, pero los gritos, los clamores, las exigencias hizo que se sintieran como 30 minutos. Dentro del grupo que nos encontrábamos, las vibras, la energía de cada mujer, de cada canto que se hacía, era un ambiente de solidaridad entre todas, a pesar de que no nos conocíamos; un grupo de chicas empezó a darnos galletas y papas, comida para que no tuviéramos hambre; mientras el intenso sol nos acompañaba paso a paso.
Muchas llevábamos agua y pañuelos, morados y verdes, en alusión con la lucha feminista y el derecho al aborto.
Durante la protesta pudimos ver grupos extensos de policía auxiliar, granaderos, entre otros; a pesar de que en algunos lugares hubo destrozos y pintas, el grupo de mujeres que marchó en esta ocasión, demostró que busca exigir justicia y libertad para las mujeres sin la necesidad de destruir todo.
Muchas mujeres policías nos acompañaron durante el recorrido, fue una sensación bella, ver qué éramos mujeres; sin importar el traje, ropa o ideología, íbamos marchando con un mismo propósito: exigir ¡EQUIDAD, JUSTICIA Y LIBERTAD!
En esta ocasión no vimos a mujeres y policías enfrentarse, nos volvimos una misma, hombres marchando a nuestro lado, exigiendo justicia por sus muertas, porque se les arrebató su familiar. Unidas demostramos poder ser más.
Una sensación que solo estar ahí viviéndola, nos dio más energía, que como mujer, me hace sentir muy orgullosa de serlo y, sin dejar a lado los ideales por los que protestamos, porque seguimos de pie y lucharemos hasta que se nos otorgue lo que pedimos y merecemos: ¡JUSTICIA!
Una vez que entramos a la calle 5 de Mayo, mujeres desde las ventanas de sus oficinas se nos unieron a nuestros cantos. Viendo desde sus balcones la protesta, se nota que no son indiferentes a la lucha que día con día tenemos al ser mujer, y que buscamos igualdad y seguridad para cada una de nosotras.
Una vez que llegamos al Zócalo, terminamos con un grito universitario, ya que íbamos con las chicas de la Facultad de Derecho. Una foto y un aplauso por todas las mujeres que estamos y por aquellas que la vida y la sociedad nos ha arrebatado.
Nuestra lucha sigue, y demostramos en esta ocasión que las mujeres podemos protestar sin dañar a nadie, como lo vimos la semana pasada en el estadio de Querétaro.
Unidas somos fuertes y seguiremos exigiendo nuestros derechos. PdC.
Por Luisa García.