La dinámica de la vida actual pone en un predicamento a las madres modernas. Cuando se trata de amamantar al bebé, sus labores en casa y fuera de ella, la variedad de fórmulas lácteas en el mercado son una gran tentación por lo práctico que puede ser para alimentarlo en vez de amamantarlo.
La lactancia materna, una práctica natural que se va perdiendo por la vida moderna, la publicidad respecto a las fórmulas lácteas infantiles que aseguran que hasta es mejor que el de la madre, y ahora por las circunstancias sanitarias que hemos vivido.
Aurora Martínez González, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM (@FacMedicinaUNAM), refiere que al inicio de la emergencia sanitaria por COVID-19 hubo retrocesos debido a la resistencia para que el neonato quedara piel a piel con su progenitora. “Lo separan porque se ignora la función inmunológica de la leche”.
Explica que si la madre enferma, se le puede extraer la leche y darla al bebé para brindar defensas específicas contra la enfermedad. “Está más protegido porque ella sí es madura inmunológicamente y sí es capaz de mandarle las defensas que él requiere para que resista”.
Pese a que hay normas y leyes que obligan a fomentar la lactancia desde los hospitales, hay presión de laboratorios y compañías que ofrecen congresos, actualización médica a cambio de promover las fórmulas y productos que pretenden sustituir total o parcialmente el alimento.
Martínez González expuso que a partir de 1982 la Organización Mundial de la Salud emitió el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, a fin de que éstos no se promuevan afirmando que son iguales o mejores que la leche humana. México se adhirió a este Código.
“Se hizo con la idea de quitar toda la agresividad de mercado pues se estaba convenciendo hasta a la gente de escasos recursos, haciendo sentir culpable a la mamá porque daba pecho en lugar de fórmula. Lo que pretende es que no haya publicidad de estos productos, que no se oferte como un alimento; es algo que, de ser necesario, debe prescribirse como indicación médica.
“En México no se cumple con el Código, porque muchos médicos suspenden la lactancia y recetan las fórmulas; piensan que la leche ya no cubre las necesidades nutricionales del niño”.
La lactancia, abundó, es un gasto energético importante, requiere 500 kilocalorías extras al día, razón por la cual las mujeres que amamantan tienden a perder peso, disminuyendo la obesidad.
Otra dificultad es que numerosas madres trabajan lejos de casa. Por ello, se impulsa que en centros laborales se disponga de lactarios donde se extraigan la leche, la guarden y, quien lo cuide, se la suministre.
Un gran desafío es que se incluya la lactancia materna como asignatura obligatoria en la formación del personal afín a la salud; hasta ahora es escaso o nulo.
“No hay presupuestos para esto, tenemos cinco años intentando que nos aprueben la Norma Oficial Mexicana 050 para el fomento, protección y apoyo a la lactancia materna. A nivel federal se ingresó una ley hace tres años y sigue atorada, solo en 12 estados se ha aprobado. No se prioriza ni al niño ni a la mamá”, comenta.
Adicionalmente, el documento “Publicidad digital de sucedáneos de la leche materna, alimentos y bebidas para niños y niñas menores de dos años en México” sugiere prohibir la promoción y publicidad de estos productos en medios digitales, pues de acuerdo con el estudio realizado en 2020, 80 por ciento de padres y madres con acceso a internet reportan haber visto publicidad digital de estos productos.
Además, señalaron que esta aumentó la posibilidad de comprarlos y se asoció con una menor probabilidad de amamantar de manera exclusiva a niños menores de seis meses.
De igual forma, 55 por ciento de los progenitores consideró que las compañías de estos productos, los hace pensar que son mejores que la leche humana. PdC.