Ya no cabe duda, cuando las actividades humanas se hacen de manera irresponsable con el medio ambiente, atentan contra el planeta. Una prueba de ello son los hoteles, muelles, aguas residuales que afectan a los corales del Caribe mexicano, pues de las 50 especies que habitan en la región, cerca de la mitad de ellos han sido dañados por la Enfermedad de pérdida de tejido.
En el Caribe mexicano ocurre una catástrofe de dimensiones nunca vistas que está llevando a la extinción de los corales nacionales en esa región.
De 2018 a 2019 se presentó el pico de la enfermedad que daña al 90 por ciento de estas estructuras calcáreas, entre ellas corales de pilar, de laberinto y de cerebro.
La causa de que estén muriendo los corales es la Enfermedad de pérdida de tejido en los corales duros (SCTLD, por las siglas en inglés de Stony coral tissue loss disease), padecimiento contagioso y creciente, cuyo patógeno aún se desconoce.
El investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, Lorenzo Álvarez Filip, explica que ese padecimiento está asociado a la intensa actividad humana en la región, con hoteles, muelles, aguas residuales y su pobre tratamiento, presencia de nutrientes y sedimentos que estresan el ecosistema.
La Enfermedad de pérdida de tejido en los corales duros es muy agresiva, puede matar colonias de coral en cuestión de días o pocas semanas, es muy virulenta y puede contagiar grandes cantidades de individuos o de colonias de coral en muy poco tiempo.
En menos de un año tenemos la enfermedad expandida a lo largo del Caribe mexicano. En el mar Caribe existen aproximadamente 50 especies de coral; esta enfermedad atacó a la mitad de ellas, es decir, de 20 a 25. Es letal y está cambiando la ecología, dinámica y servicios ecosistémicos que recibimos de los arrecifes.
El coral de laberinto tuvo entre 80 y 90 por ciento de daño; otras llamadas de coral cerebro, de las que existen cinco especies, tienen un porcentaje de impacto de 30 a 60. En menos de un año mató de 30 a 70 por ciento de estas especies.
Cuando el tejido se empieza a morir queda descubierto el esqueleto, que se ve blanco. Cuando vemos los corales (que pueden ser cafés, verdes y de muchos otros colores) con el esqueleto blanco, es como si les diera una lepra, porque el tejido se les cae muy rápidamente y se ven unas manchas blancas que son muy evidentes.
En nuestra zona de exploración vimos los corales manchados de blanco por miles, prácticamente muriendo, en una zona relativamente pequeña, comenta Álvarez Filip.
El investigador informa que el pico del padecimiento se registró de 2018 a 2019 cuando comenzó la mortalidad masiva. El daño está hecho y tardará varias décadas la recuperación, si se implementan medidas drásticas para controlarlo. PdC.
Foto de John Cahil Rom.