Aunque se oiga muy catastrofista, pero parece que los virus nos atacan, y es que a raíz de la llegada de la pandemia de COVID-19 por la atención que se fijó en el coronavirus y en encontrar un biológico para la inmunización, se dejaron de lado las campañas de vacunación en casi todo el mundo y con ello revivieron algunos virus que ya estaban controlados en un gran número de países, y en otros ya no se continuó con sus refuerzos.
Y no lo decimos nosotros, la Organización Mundial de la Salud refiere que de 2019 al 2020, la cobertura mundial cayó del 86 por ciento al 83. Es decir, se calcula que 23 millones de niños menores de un año NO recibieron vacunas básicas, lo que supone la cifra más alta desde 2009.
El hecho de no haber recibido las vacunas básicas es de preocuparse, pues como lo hemos venido registrando en entregas informativas sobre la difteria, la tosferina y el tétanos, son enfermedades graves que se deben prevenir con la vacunación desde la infancia.
En 2020, el número de niños que no recibieron ninguna vacuna aumentó en 3,4 millones. En ese mismo año solo se registró la introducción de 19 vacunas, menos de la mitad de cualquier año de las últimas dos décadas.
La organización de salud refiere también que en comparación con el año anterior, 1,6 millones de niñas más NO recibieron la dosis completa de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH).
Esto nos da una idea de por qué de repente escuchamos que en tal o cual país hubo un brote de sarampión o de viruela o de hepatitis o de rubéola.
La OMS refiere que la cobertura de vacunación se estancó en la última década, pero la pandemia de COVID-19 y las interrupciones asociadas a ella pusieron bajo presión a los sistemas de salud de muchos países, dando lugar al riesgo de virus ya controlados. PdC.
Foto de CDC.