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Ríete o carcajéate, pero no dejes de sonreír

Quién alguna vez en su vida no se ha echado una carcajada de esas que hasta la respiración se va. ¿Sabías que la sonrisa, la risa y la carcajada aunque parecen iguales tienen diferencias?

¿Cuáles son esas diferencias?

La sonrisa es un gesto sin sonido; la risa tiene sonido y la carcajada es la expresión máxima de la risa, explica la maestra Alicia Castillo Martínez, profesora de neuroanatomía de la UNAM.

¿Desde qué edad comenzamos a reír? Aun cuando desde bebés comenzamos a sonreír, ya una risa como tal aparece a los cinco meses y es hasta los siete ya hay una coordinación con componentes anatómicos y cognitivos.

Ya hay una interpretación que la detona como la sorpresa o algo absurdo, explica la coordinadora de evaluación de la licenciatura de Neurociencias de la Facultad de Medicina, Alicia Castillo.

Dice que el humano no es el único animal que sonríe y ríe, pero “ningún mamífero sonríe o ríe “cuando aparezco o desaparezco”, porque esta acción es difícil de integrar a nivel cognitivo.

En el humano la risa nos viene de hacer asociaciones de algo que no esperábamos y que llamamos humor. De entender, por ejemplo, un chiste.

Y es que para que uno se ría por un chiste o humor se activan diferentes áreas del cerebro. El lóbulo temporal (interpretación del lenguaje), la vía visual (ver la expresión del otro) que se asocia con la amígdala y el giro del cíngulo que generan el matiz afectivo y la emoción.

Se prenden también los lóbulos frontales para entender el chiste. Y todo eso ocurre “en una fracción de segundos”, refiere la especialista.

Pero no solo eso, en la risa y en la carcajada, durante “el famoso jaja”, la lengua está relajada en el piso de la boca y ocurre un movimiento básico, donde se inhala y exhala.

La sonrisa es un acto reflejo que no requiere de una gran interpretación. En cambio, la risa sonora y la carcajada, detonada por algo chistoso o por humor, activan partes neuroanatómicas asociadas al placer y con el juego (por ejemplo, el tallo cerebral: área tegmental ventral y sustancia gris periacueductal).

Así como con la comprensión del lenguaje (giro supramarginal y giro angular) y con la emisión de la risa como tal (la corteza motora, premotora y motora complementaria para que haya conexión neuromuscular).

En la carcajada también hay un control del diafragma. Es muy difícil hablar y reír al mismo tiempo porque involucran diferentes patrones de respiración: uno respira diferente cuando habla que cuando ríe.

¿Quién ríe más?

La especialista comenta que por género se ha observado que ríen más los hombres que las mujeres, pero las mujeres reportan tener más cosquillas que los hombres. Y que el sentido del humor es como una señal de conexión y a veces una forma de seducción, un juego donde se busca que el otro se ría.

La risa sonora y la carcajada tienen efectos fisiológicos de liberación de estrés. Reírnos relaja, nos hace sentir bien; aunque hay ataques de risa que se cree, explica Alicia Castillo, porque el estrés se desbordó, no lo puede uno controlar y nos da este ataque de risa nerviosa, que no es agradable.

Respecto a la risa contagiosa, la experta comenta que hay suficiente evidencia formal para decir que la risa es contagiosa por las neuronas espejo, descubiertas por el doctor Rizzolatti, es decir, se tiene la capacidad de entender, de ser empático y de imitar al otro.

Entender cuál es la intención que hay detrás de la risa del otro es como hacer más sólida la relación y la interacción. Por eso es contagiosa la risa y muy importante en la consolidación de vínculos interpersonales.

Los vínculos sociales están asociados a la risa sonora, que además se contagia al acompañante. Y el contagio fortalece aún más los lazos afectivos cuando estamos en comunidad.

Y ustedes qué tal, cuántas veces han reído al punto de hasta “hacerse pipí”…jajaja, ya sea por un chiste o porque alguien nos contagió con su risa, sea como sea, tiene razón la especialista, reír te desestresa…entonces soltemos la carcajada. PdC.

 Foto de Luana Freitas.

 Fuente: Todos los mamíferos ríen, pero sólo nosotros por sentido del humor. Escrito por Fernando Guzmán Aguilar. UNAM GLOBAL.

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