Desafortunadamente, el término bipolar se usa como una etiqueta para descalificar y hasta para discriminar. Este mal no es cualquier cosa, y quien etiqueta debería pensar primero lo que sufre quien la padece.
En la antigüedad fue identificado como enfermedad maniaco-depresiva, pero con el surgimiento del Manual Diagnóstico Estadístico de los trastornos mentales se le cambió el nombre a trastorno bipolar, con el que se conoce desde mediados del siglo XX.
El jefe del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Benjamín Guerrero López, explica que una de las causas que llevó a hacer esta modificación es tratar de quitar los términos de enfermedad debido al estigma que generaba decir enfermo mental.
El estigma es una situación importante, una barrera para que la gente se atienda; por ello se optó por la palabra trastorno, aclara.
Se trata de un padecimiento multicausal en el cual influyen factores genéticos (por ejemplo que un familiar lo presente) y ambientales como estrés y estilos de crianza negligentes, con maltrato, desamor o abandono, detalla el experto.
Requiere un tratamiento combinado con medicamentos que disminuyen la sintomatología. “Si está en etapa depresiva se le dan estabilizadores del estado de ánimo y, a veces, antidepresivos. En etapa maniaca también se aplican estabilizadores del estado de ánimo y a veces medicamentos antipsicóticos, porque a veces la manía cursa con estados fuera de la realidad”, apunta.
El tratamiento se complementa con psicoterapia, el ajuste personalizado de los medicamentos, actividad física, ambiente saludable en casa, buena alimentación, no uso de drogas, tabaco ni alcohol.
El paciente debe ser responsable para llevar el tratamiento, y eso es un reto, reconoce Guerrero López, pues en numerosos casos no nos damos cuenta que tenemos el trastorno o tampoco percibimos su magnitud.
“Eso lleva a que el paciente no se apegue al tratamiento de forma adecuada, lo abandone o se niegue a recibirlo porque siente que no lo necesita”, externa.
Guerrero López alerta que puede presentarse también en niños y en adultos mayores, aunque es más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes.
A propósito del Día Mundial del Trastorno Bipolar, que se conmemora hoy 30 de marzo, el especialista comenta que la fecha importante porque ayuda a visibilizar el problema de salud mental.
“Con este padecimiento viven muchas personas y necesitamos aprender a conocerlo para no estigmatizarlas, no discriminarlas y saber cómo apoyarlas”. PdC.