Nos han acompañado durante millones de años que los hemos olvidado; ahí están en los bosques, en la selva, más aún, en un jardín cerca de la casa y parece que no los vemos, se han vuelto invisibles y sin embargo, pese a los pocos que quedan porque los hemos ido cortando, gracias a ellos aquí estamos.
“Sin árboles, sin vegetación, no existe vida; un suelo deforestado se pierde, y de ahí depende nuestra alimentación y la de los animales. No hay que olvidar, incluso, que un centímetro de suelo se forma cada mil años”.
Porque un árbol regula la temperatura, retiene la humedad, nos da sombra, libera oxígeno, funge como barrera contra el viento y evita la erosión.
Estos son los servicios ecosistémicos que un árbol nos brinda, nos recuerda la Técnico Académico del Instituto de Biología de la UNAM, Ivonne Olalde Omaña.
A propósito del Día del Árbol que se conmemora en México el segundo jueves del mes de julio y que en esta ocasión será mañana 13, comenta que la vegetación, incluidos los árboles, que se desarrolla de manera natural en una zona, cuenta con millones de años de evolución con los organismos del lugar.
Por ello, dice, las flores tienen el diseño para que ciertos insectos lleguen a polinizarlas.
“Lo miramos en ocasiones con las aves y las mariposas, pero hay una infinidad de organismos que no vemos, por ejemplo en el subsuelo, en la rizosfera, con bacterias, protozoarios, hongos, un universo de organismos que tiene relación con esa planta que de manera natural estaría ahí”, argumenta.
La bióloga por la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, refiere que México es un país muy rico en encinos, tenemos más de 150 especies diferentes, desde árboles muy grandes hasta arbustitos, pero son muy lentos para crecer, tendrían que pasar ocho años para tener uno de tres, cuatro metros; entonces es invertir a futuro.
En la Ciudad de México tenemos fresnos, el árbol más abundante en el Valle, el cual alcanza 25 metros de altura por 15 metros de ancho. Es resistente y está bien ubicado en un parque, pero no en una banqueta, señala la bióloga de árboles.
Para las banquetas, entre otras especies, tenemos la llamada Tronadora (Tecoma stans), que es de la misma familia que las Jacarandas, pero es nativa, sus flores son de color amarillo y alcanza cinco metros de altura; sería la más adecuada para una acera, sugiere.
En la zona oriente de la Ciudad de México, donde los suelos son más salados y hay problemas importantes de escasez de agua, necesitamos especies más resistentes como acacias, mezquites, huizaches.
Mientras que para la Magdalena Contreras, donde aún hay montañas y corre un río, podríamos colocar árboles que demanden más humedad, como los denominados “huele de noche” (Cestrum nocturnum), encinos, salix (sauces) y una gran variedad de salvias.
De acuerdo con el informe “State of the World´s Trees” sobre el estado de conservación de los árboles del mundo del Botanic Gardens Conservation International (BGCI, 2021), se cuenta con aproximadamente 60 mil especies a nivel mundial, de las cuales, por lo menos, una tercera parte está amenazada con extinción, principalmente por cambio de uso de suelo.
Refiere también que hay tres mil 620 especies arbóreas en México; sin embargo, el Instituto de Ecología A.C. estima que pueden ser más de cuatro mil 200. PdC.