*Principal causa de ausentismo laboral y discapacidad
CDMX, Octubre 18/23.- Todos en algún momento hemos tenido dolor, ya sea de cabeza, de estómago, de pies, de muelas…una sensación desagradable que nos indica que algo anda mal en nuestro organismo, sin embargo, la gran mayoría lo subestimamos porque pensamos que con tomarnos una pastilla pasará.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía establecen que en México 40 millones de personas sufren algún dolor. Además, según un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública, las mujeres son las más afectadas, y en la población en general la prevalencia de este malestar aumenta conforme la edad.
Se trata de uno de los problemas de salud más subestimados en el mundo. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) indica que a nivel global una de cada cinco personas lo padece.
En Estados Unidos, 50 millones experimentan dolor crónico a diario, de ellas 19.6 millones ven limitada su vida o actividades de trabajo a causa del padecimiento.
Una señal de nuestro organismo
El dolor es una sensación más o menos intensa, molesta o desagradable; una alarma ante un daño potencial o real; “es la primera alerta de que algo no anda bien”, afirma Nayely Vianey Salazar Trujillo.
La coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Cuidados Paliativos del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que según su temporalidad, se puede clasificar en agudo (aparece de repente debido a una lesión o como síntoma de una enfermedad) o crónico (cuando persiste por más de tres meses).
“Vivir así afecta a quien lo padece en diferentes esferas. Tanto el rol del paciente como su actividad laboral y relaciones interpersonales se ven alterados, pues el malestar le impide actuar como antes”.
El dolor crónico —en especial— representa un desafío para quien lo experimenta y para aquellos que lo rodean, ya que genera daño a nivel físico, psicológico, social o conductual; sus estragos dependen de su severidad, duración, tolerancia y capacidad del sujeto para manejarlo.
Vivir con un malestar cotidiano induce incertidumbre, pues una misma actividad puede detonar dolencias un día y al siguiente no; ello invita a permanecer inactivo y aislado, de ahí que sea la principal causa de ausentismo laboral y discapacidad.
Tratamiento específico
A decir de Salazar Trujillo, los diagnósticos y medicación incorrectos son un problema grave. Quienes llegan a los servicios de una clínica del dolor suelen hacerlo de manera tardía y con tratamientos no específicos para su etiología (causas de una enfermedad).
En algunos casos se atiende a pacientes con un modelo de dolor neuropático (no tratable con analgésicos convencionales), quienes refieren que han tomado antiinflamatorios no esteroideos por más de un año, lo cual además de ser ineficaz les produce graves efectos secundarios, destaca.
“Cada medicamento tiene un perfil farmacológico y farmacodinámico diferente, por lo que no podemos recetar lo mismo a todos sin distingo; hay que enfocar los tratamientos a la necesidad de cada cual”, subraya la especialista.
En ese sentido, la especialista expone que existe una clasificación etiológica del dolor crónico: nociceptivo, neuropático y nociplástico. El primero produce síndromes agudos, viscerales o musculares, mientras que en el segundo hay alteración del sistema nervioso central que deriva en dolencias neuropáticas centrales y periféricas.
El término nociplástico —integrado en 2017— se trata de un modelo de dolor surgido de una nocicepción (percepción consciente del dolor) alterada a pesar de no haber evidencia clara de un daño tisular real; por ejemplo, la fibromialgia o síndromes musculares crónicos encajan en esta etiología.
La afección más común en el último caso son las lumbalgias, a tal grado que “60 por ciento de las solicitudes en las clínicas del dolor son por síndromes lumbares, los cuales evolucionan en lapsos que pueden ir de los tres meses a los 10 años”, precisa. PdC.