Hay responsabilidades que no podemos dejar en otros. La educación, así como la salud, la alimentación o el cuidado de los hijos son algunas de ellas. Es en el seno familiar donde deben adquirirse los buenos hábitos que ayudarán a tener un estilo de vida saludable en todos los sentidos.
Esto viene a colación porque de verdad que parece imparable el número de personas con obesidad y lo más grave es que hay pequeños que a edad temprana ya tienen problemas de sobrepeso.
No podemos esperar a que las autoridades prohíban la publicidad de refrescos, pastelillos, hamburguesas, pizzas, frituras y toda clase de “alimentos chatarra” o que exijan a las empresas que los dejen de producir para que no haya más obesos.
Algo que debemos tener muy claro es que tanto nuestra alimentación como nuestra salud es nuestra propia responsabilidad y debemos empezar desde casa a cuidarlas, porque como dice el especialista David Montalvo Castro, del Colegio Mexicano de Bariatría, la obesidad está clasificada como un padecimiento que de no atenderse puede llevar a la muerte, y no queremos eso para ningún integrante de la familia, ni mucho menos para los hijos.
Compartimos con ustedes lo que el bariatra, especialista en el control de la obesidad, nos dijo durante una charla.
Él platica que la obesidad es una enfermedad devastadora que afecta a la persona no sólo de manera biológica, también tiene repercusiones psicológicas y en el ámbito social, ya que además de provocar enfermedades de todos ya conocidas como diabetes e hipertensión, entre otras, origina inconvenientes que pueden generar frustración, hundimiento y tristeza de quien la padece.
En esta entrega abordaremos los daños biológicos que provoca en las personas que la padecen.
Sensación de angustia y asfixia
Para empezar, el aparato respiratorio de una persona obesa no realiza correctamente su función. Al tener una ventilación superficial provoca que el aire de los pulmones no se renueve. Esta alteración origina que se quede dormida al estar sentada y manifieste movimientos respiratorios rápidos, cortos y superficiales.
Esto ocasiona que el aire se encuentre enrarecido y con un bajo porcentaje de oxígeno, lo que trae como consecuencia que la sangre no se oxigene correctamente, y que todos los órganos, aparatos y sistemas trabajen en un ambiente interno de bajo contenido de oxígeno, manteniendo un metabolismo basal bajo.
Situación que se complica aún más a la hora de dormir, pues si se acuesta boca arriba, el peso del abdomen vence a la fuerza del diafragma y no puede respirar, dando una sensación de angustia y asfixia.
Circunstancias que llevan a la persona a aumentar poco a poco el número de almohadas en la espalda hasta llegar a dormir prácticamente sentado.
“El ejercicio para una persona en estas condiciones pone en situación crítica a su organismo, ya que no puede aportar oxígeno a sus músculos, los cuales tendrían que hacer un gran esfuerzo para mover el peso excesivo que soportan”.
La piel también se ve afectada por la distensión a la que se somete. Las líneas o estrías que aparecen son por el rompimiento de la piel.
Otro problema en la epidermis, quizá el más severo, es la proliferación de hongos u otros gérmenes que se forman en los pliegues cutáneos por la excesiva cantidad de grasa subcutánea.
En los pliegues de la piel, la temperatura y la humedad crean un ambiente propicio para el desarrollo de colonias de microorganismos, dando al obeso un olor característico.
En cuestión de higiene, el doctor David Montalvo señala que algunas acciones de la vida cotidiana que realizamos fácilmente, para el obeso son motivo de ansiedad y lucha. Su gran corpulencia le impide hacer cosas que no le resultan nada sencillas.
Se vuelve un martirio constante cortarse las uñas de los pies, ponerse calcetines, atarse las agujetas, ponerse o quitarse pantalones, recoger un objeto del piso, el uso del papel sanitario, enjabonarse los genitales y las piernas durante el baño, entre otras que le provocan sufrimiento y timidez.
En la sexualidad, de acuerdo al especialista, la obesidad ataca desde dos frentes: el biológico y el psicológico, pero también en dos escenarios: el del obeso y el de la pareja.
El problema biológico implica el proceso respiratorio y el que la mayoría de las veces, el varón obeso sufre de micropene. Además se suma lo voluminoso del abdomen, la imposibilidad de acostarse boca arriba, la falta de oxígeno y la reducida agilidad y flexibilidad.
Todo eso suscita una importante disminución de la libido y relaciones sexuales poco satisfactorias para ambas partes. Esto provoca que el obeso se sienta poco atractivo para su pareja.
Lo que al estar consciente de la poca frecuencia y mala calidad de sus relaciones sexuales, es común la aparición de celos, paranoia y sentimiento de culpa en alguna intensidad.
Dados los efectos que la obesidad y el sobrepeso causan en la propia persona y en su relación con los demás es que “la comprensión y el conocimiento profundo del paciente obeso son indispensables para ofrecerle una atención integral y no solamente orgánica de su enfermedad”. Mañana continuará… MM/PdC.
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