“Los que se quedan” es una comedia cálida y sentimental que destaca por la brillante actuación de Paul Giamatti, y que el universo nos regala a quienes llevamos un espíritu intolerante y gruñón ante la vida.
Lamentablemente, su lanzamiento varias semanas después de la Navidad resulta en un timing desfavorable, ya que la película explora las emociones vívidas y efímeras de la temporada.
Alexander Payne, el director, conocido por su anterior comedia de ciencia ficción “Una aventura sin medida” (2017), regresa tras la colaboración con su coprotagonista de “Sideways: Entre copas“, Paul Giamatti.
La película se desenvuelve cómodamente en el territorio familiar de Payne: una sátira social de tono suave dirigida a los cínicos y gruñones, con diálogos encantadoramente literarios a cargo del guionista David Hemingson, un habitual de la televisión, que nos presenta un corazón sentimental que se desliza con gracia hacia la tragedia.
Giamatti interpreta a Paul Hunham, el principal gruñón, quien afirma haber renunciado a los placeres sensuales en busca de metas más elevadas y espirituales. Sin embargo, su cuerpo está adolorido, y su mente está atrapada en las paredes de la Academia Barton, donde enseña civilización clásica a un grupo de ricos “filisteos rancios” que se resisten a seguir su estricto régimen de Marco Aurelio y la Guerra del Peloponeso.
La interpretación de Paul Giamatti es maravillosa, arraigando las frustraciones de su personaje no en la crueldad, sino en una desesperación equivocada, un deseo de moldear a estos jóvenes en hombres mejores que él.
Castigado por no ser condescendiente con un estudiante de abolengo, Paul Hunham es asignado como cuidador de los estudiantes que no pueden regresar a casa durante las vacaciones, llamados “Los que se quedan”.
Entre ellos se encuentra Angus Tully (Dominic Sessa), el chico más inteligente pero claramente atormentado de su clase, y en su debut profesional, ofrece una interpretación sutil que revela el dolor oculto en Angus.
Mary (Da’Vine Joy Randolph), la cocinera principal de la escuela, completa este trío de almas perdidas. Trabajó en Barton para asegurar una beca para su hijo, pero no pudieron pagar la matrícula universitaria, así que se enlistó en Vietnam solo para regresar en un ataúd.
Su presencia en la escuela es una conexión cercana a su memoria.
Giamatti, Sessa y Randolph comparten una cálida camaradería, inmersos en la estética nostálgica de Alexander Payne, que estéticamente hace homenaje a los cineastas de aquel Hollywood de los años setenta como Hal Ashby y Peter Bogdanovich, con una mezcla de sonido mono y logotipos de estudio personalizados.
“Los que se quedan” ofrece una conmovedora tesis sobre el duelo, destacando cómo Angus, a pesar de sus cicatrices, tiene la libertad de expresarse, mientras que Mary, limitada en sus formas de expresión, alcanza su apogeo en una interpretación controlada de manera exquisita.
Busca encontrar algún sentido de paz en nuestros estados solitarios, con atmósfera festiva y luces parpadeantes. Sin embargo, su verdadero impacto se encuentra en la reflexión sobre el duelo y cómo el privilegio determina las formas en que se experimenta el dolor. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.