CDMX, Marzo 8/24.- El reto es tener a niñas seguras de sí mismas, capaces de sacar provecho a todas sus potencialidades y muy alertas al peligro y a posibles escenarios de discriminación.
Y ¿cómo lograr empoderar emocionalmente a las niñas desde su primera infancia, pasando por todas las etapas del desarrollo humanos?
Al respecto, la doctor Claudia Sotelo Arías, directora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI), comenta que las menores deberían tener padres totalmente incluyentes en todos los aspectos de la vida (familiar, escolar, social).
Darles herramientas para percibir y denunciar cualquier tipo de discriminación, y fortaleza para poder cuidarse en situaciones que sean potencialmente riesgosas, con lo cual es posible reforzar el autocuidado, el autoconcepto y tener una autoestima fuerte.
Dotar de recursos emocionales a las niñas y vivir en ambientes familiares incluyentes, generará mujeres que podrán explotar sus talentos y capacidades al máximo y con una salud mental plena, no obstante los entornos sociales y laborales a los que se enfrenten.
La especialista en salud mental infantil, con base en información de la clínica CEEPI, da a conocer las características de las familias que están empoderando emocionalmente a sus hijas, aún sin ser conscientes de ello:
*Sus padres son totalmente incluyentes. Nunca se cuestionan el género ni los roles. Ven a sus hijas como personas completas e integrales y les brindan recursos afectivos para que tengan éxito en las actividades que emprendan, sin importar a lo que se vayan a dedicar y cuál sean sus preferencias o pasatiempos.
*Si perciben algún tipo de discriminación hacia sus hijas suelen reaccionar con mucha determinación y coraje. No vislumbran un mundo con diferencias entre unos y otros.
*Claro que enseñan a sus hijas a cuidarse de situaciones de peligro o posibles escenarios de abuso sexual, al igual que lo hacen con los varones.
*Estas niñas gozan de ensuciarse en el lodo y en la tierra cuando van al parque, porque sus padres saben que esa es una parte fundamental de la infancia.
*Refuerzan su autocuidado y su autoconcepto sin hacer diferencias entre ellas y ellos.
*En muchos colegios y hogares mexicanos estas barreras prácticamente están desaparecidas, es decir, niñas y niños realizan las mismas actividades.
*Están conscientes de los riesgos de inseguridad que existen en México, que igualmente aplica para niñas y niños; sin embargo, no por eso les inculcan una visión temerosa de la vida. Al contrario, son padres realistas pero con una visión positiva en todos los sentidos.
*En las casa, los roles y actividades se reparten sin importar el género: cocinar, lavar ropa, hacer el quehacer; mamá y papá son el primer ejemplo de ello.
*No hay juegos de niños y de niñas. Todos están incluidos, si quieren participar, todos están invitados.
*Las niñas siempre son escuchadas. Desde que nacieron tienen voz y voto, aunque siempre hay respeto y disciplina tanto con sus padres como con sus hermanos y viceversa.
*Son familias que funcionan armónicamente con relación a los afectos, los valores, las responsabilidades, las expectativas, y en el cumplimiento de sus obligaciones. En estos hogares la comunicación fluye de forma constante y natural.
Para concluir, la doctora Claudia Sotelo Arias señala que el cambio que se está presentando en algunas familias mexicanas se ha dado de manera gradual. Sin embargo, precisa que es necesario fomentarlo para evitar la cultura del machismo, que aún rige en muchas familias mexicanas.
“Eso sí, una sociedad incluyente necesariamente debe basarse en familias incluyentes que propaguen oportunidades para todos. Con certeza esto erradicaría en gran medida el flagelo de la violencia de género en el país”. PdC.
Foto de Yan Krukau.