Miscelánea

¿Fake o no fake?

Por Bernat del Ángel.

En últimos días ando irascible, ansioso, dudando… y voy abrirme de capa:

¿Alguna vez has cuestionado tus habilidades? ¿Temes que los colegas finalmente “descubran” que no eres tan competente como piensan? Te preguntas, cómo lo hago yo, si tu éxito ha sido por casualidad o suerte, en lugar de talante y talento.

Pues eso.

No estás solo. Muchos nos sentimos así. De hecho, es algo que atormenta a menudo a los de alto rendimiento, acechando en silencio la vida laboral y social.

El síndrome del impostor: es esa voz persistente de autoduda y miedo que:

Asesina la confianza: cuestiona tus decisiones, subestima tus ideas y contribuciones, incluso después de un logro. Fuaaa.

Reina de la procrastinación: establece expectativas poco realistas, generando dudas sobre empezar o terminar tareas por temor a no ser perfecto.

Maestra del escapismo: te hace dejar pasar oportunidades que podrías aprovechar, saboteando tu propio éxito, quizás evitando el desarrollo comercial de tu nuevo negocio por sentirte menos experimentado que la competencia.

Semilla del caos: te hace rectificar constantemente, invitando emociones como tristeza y ansiedad después de recibir reconocimiento.

Las razones son diversas, desde experiencias tempranas hasta las constantes comparaciones con otros. Sin embargo, a pesar de la mala reputación, el síndrome del impostor tiene sorpresivos beneficios y si, puede trabajar a tu favor:

Impulsar la excelencia: el temor a ser descubierto puede motivarte a trabajar duro.

Fomentar el aprendizaje: dudar de tus habilidades te hace más propenso a reconocer limitaciones y ser proactivo en tu desarrollo.

Hacerte más agradable: tener estos pensamientos puede mejorar el contacto y la comunicación interpersonal en el trabajo, ya que nos esforzamos por demostrar nuestras habilidades y nos vuelve más empatícos con los demás.

Entonces, ¿cómo puedes aprovechar el síndrome del impostor para ser tu mejor versión?

Acá diez sugerencias:

Reconócelo y valídalo: date cuenta de cuándo está presente, acepta que está bien sentirlo y decide seguir adelante.

Reformula tus pensamientos: en lugar de verlo como una falla de carácter, considéralo como una señal de que te importa tu trabajo y quieres hacerlo lo mejor posible.

Reconecta con tus valores: en lugar de centrarte en signos externos de éxito, recuerda lo que estás buscando y lo que realmente te importa.

Verbaliza: comparte tus sentimientos con un mentor, colegas de confianza o un psicólogo para obtener perspectiva y apoyo.

Practica la autocompasión: sé amable contigo, bríndate el mismo cuidado y comprensión que ofrecerías a un amigo que enfrenta sentimientos similares.

Mantén un registro de tus logros: cuando el síndrome del impostor ataque, revisa esta lista para recordarte de lo que eres capaz.

Practica la atención plena: en lugar de preocuparte por el pasado o el futuro, concéntrate en el momento presente.

Solicita retroalimentación regularmente: obtén opiniones de aquellos en quienes confías para obtener una visión equilibrada de cómo te perciben. Obvio la familia no cuenta.

Anticipa el sentimiento: conocer los “disparadores” del impostor puede ayudarte a reducir los efectos negativos.

Celebra tus éxitos: enfrenta directamente al ndrome del impostor y reconoce tus esfuerzos. La modestia nunca ha atraído a alguien.

A pesar de ser frustrante y sonar a desafío, el síndrome del impostor puede canalizarse para bien. Si puedes abrazar el miedo y la autoduda como señales de que te importa profundamente lo que haces, es probable que te impulse hacia adelante.

Recuerda, no estás solo; es una experiencia compartida entre muchos individuos exitosos.

¡La imagen en el espejo además de guapa, puede con todo! Siempre. PdC.

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