Cuando tenemos una mascota, en específico un lomito, nos da una calidez al alma y un gozo al corazón que nadie nos puede quitar.
El verlo disfrutar, divertirse y gozar de todos los momentos que le damos, las cosas con que lo consentimos y compramos para que su vida sea más maravillosa, nos hace sentir mejor.
Pero qué pasa cuando brincas esa ligera línea en la que, de ser una mascota, parte importante de la familia, lo empiezas a convertir en un pequeño y peludo humano, ¿será que le hacemos daño a este pequeño ser que lo único que nos da es amor?, ¿te has puesto a pensar esto?
Cuestionándome esto me di a la tarea de buscar en master Google sobre el tema que en verdad es preocupante, así que aquí les dejo lo que encontré en diarielyaqui.mx.
En este artículo mencionan que la antropomorfización, es decir, atribuirles rasgos humanos a los animales, puede llevarnos a interpretar erróneamente sus comportamientos y necesidades; por ejemplo, cuando un lomito ladra o un michi maúlla, tendemos a asignarles significados basados en nuestro propio entendimiento humano, sin tener en cuenta su perspectiva animal.
Ésta sobre interpretación puede influir en nuestras acciones y decisiones, desde alimentarlos en lugares inapropiados hasta asumir que necesitan la misma atención emocional que nosotros.
La conexión emocional que establecemos con nuestras mascotas es innegable, y su comportamiento, a menudo diseñado para activar nuestra empatía, nos incita a cuidar de ellos como si fueran un miembro más de nuestra familia.
Por ejemplo, los mininos maúllan de una manera que imita el llanto de los bebés, mientras que los firulais pueden adoptar expresiones faciales que parecen reflejar tristeza, estos comportamientos refuerzan nuestro vínculo con ellos, haciéndonos sentir más cerca y responsables de su bienestar.
Sin embargo, esta relación estrecha puede tener sus riesgos, ya que la antropomorfización puede surgir como resultado de vacíos emocionales en nuestras vidas, llevándonos a proyectar en las mascotas roles que no han tenido o perdido, como el de hijos o hermanos.
Las personas que viven solas o que no tienen hijos biológicos pueden ser especialmente propensas a esta tendencia, integrando a sus mascotas en actividades cotidianas y tratándolas como si fueran miembros de la familia humana.
El impacto de su humanización se extiende más allá de nuestras interacciones personales con ellos, las redes sociales han exacerbado este fenómeno, con numerosas cuentas dedicadas a las mascotas que les otorgan voz y una narrativa humana.
Sin embargo, es importante recordar que los animales no comparten nuestra percepción del mundo y, por lo tanto, no siempre son conscientes del significado de eventos como las fiestas para lomitos.
Si queremos celebrar celebrar fechas importantes como el día que nació o llegó a nuestras vidas hagámoslo de manera más acorde con sus necesidades, como darles un paseo especial o comprarles un juguete nuevo, es fundamental para su bienestar.
¿Y será que la humanización puede ser perjudicial para la salud física y mental de las mascotas?
El exceso de comida humana puede provocar problemas de salud, al igual que el uso indebido de ropa y accesorios; aunque estos elementos pueden ser útiles en ciertos contextos, como proteger a los animales del frío, su uso excesivo puede causar sobrecalentamiento o incomodidad.
Del mismo modo, el ambiente sobre protector puede generar ansiedad por separación en ellos, desencadenando comportamientos destructivos y estrés.
Si bien, es natural querer estrechar lazos con nuestras mascotas es importante hacerlo de manera consciente y respetuosa hacia su naturaleza animal, reconociendo y satisfaciendo sus necesidades específicas, tanto físicas como emocionales, lo que es fundamental para garantizar su bienestar a largo plazo.
En nuestro caso nuestros mosqueteros son una parte fundamental de nuestras vidas y familia, pero, no hemos dejado de verlos como lo que son, unos animalitos que llegaron a nuestra vida para enriquecerla.
Sí, si les ponemos ropita caliente en invierno, a ellas por edad y a Sr. Miau por su problema de asma, pero hasta ahí; ellos saben su lugar en la manada y nosotros respetamos su lugar en el mundo animal.
Que sí los consentimos y que a veces sentimos que nos dan una sonrisa o nos contestan algún reclamo que hacemos, sí, pero eso porque estamos locos.
Bueno los dejos porque el maullido de Miau es para avisarme que se atoró en algún lado su cuerda y ya no puede estar de chismoso en el pasillo, así que los dejo, voy a auxiliar a ese “demoñio” ¡Ya vooooy aguanta un poco…!
“Un gato también puede ser tu mejor amigo”. – Anónimo.
Como siempre, te deseo muchas huellitas 🐾🐾🐾 de amor en casa. PdC.
Escrito por La Loca del Gato 🐈 y Otras…
Foto de Kelly Cormie.