Historias Comunes

Mi primer encuentro con el café

Anécdotas de café…

El aroma del café siempre trae recuerdos.

Ya estaba destinado que el café formara parte de mi vida. Desde la primera vez que me llegó su aroma inundó mis sentidos, movió mis emociones y me agradó. Su solo olor me provoca una sensación de bienestar.

Era muy pequeña cuando tuve contacto con el café por primera vez, quizá entre los 5 o 7 años, no podría precisar qué edad tenía, pero si recuerdo bien a bien ir tomada de la mano de mi abuela y pasar por aquella esquina ennegrecida.

Esa esquina era el punto exacto para bajar del camión, cruzar la avenida, caminar una calle y llegar al consultorio del doctor que mi abuela rigurosamente visitaba cada 15 días.

Creo que el aroma del café viajaba por todas las calles cercanas a la zona porque recuerdo que llegaba hasta aquella sala de espera del consultorio donde aguardábamos que el médico saliera y que luego del saludo y preguntar a mi abuela cómo se sentía, la atendiera.

Me agradaba acompañar a mi abuela al doctor, un poco por estar junto a ella y otro poco por disfrutar del aroma del café, y bueno también porque me gustaba sentarme junto a la ventanilla e ir viendo pasar las calles y a la gente.

Así fue durante algún tiempo hasta que el médico la dio de alta.

Me entristeció no volver a pasar por esa esquina negra por el humo, y es que justo el día que el médico le dio la noticia de que había superado la enfermedad que la aquejaba, entramos al local ubicado en esa esquina a comprar café.

Fue hasta ese momento que entendí el por qué las paredes estaban teñidas de ese color. Era o es (nunca más volvimos a esa zona) un expendio de café, ahí se molía y se tostaba café, por eso el humo que emanaba del tostado pintaba las paredes del local ubicado en esa esquina donde durante algunos años bajábamos del camión y en donde disfruté por primera vez el aroma del café…

Recuerdo como me sorprendió ver los costales atiborrados de tantos granos de café, unos más grandes que otros, más cafés que otros, casi de color negro; yo pegaba mi rostro al cristal del mostrador, quería olerlo, que se me grabara su aroma en mi nariz.

Al tiempo, el aroma del café me hace recordar con cuanto cariño y calidez mi abuela sujetaba mi pequeña mano para cruzar las calles (la extraño mucho) y preguntarle: “oye abuelita, qué es eso que huele tan rico…”; “café, mi muchachita…”, me contestó ella la primer vez que el olor del café llegó a mí.

¿A ti qué recuerdos te trae? PdC.

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