¿Hacia dónde van dentro del cuerpo las partículas contaminantes que a diario respiramos quienes vivimos en las grandes ciudades? Algunas van a parar al sistema circulatorio, cerebro, riñones, hígado y corazón, obviamente, afectando la salud.
Ernesto Alfaro Moreno, científico mexicano y ex profesor de la UNAM, detalla que dependiendo de su tamaño dañan ciertas partes del sistema respiratorio.
Por ejemplo, el material particulado de 10 micrómetros (PM10) se aloja en las vías aéreas con gran contenido de polvo y componentes biológicos; las PM2.5 pueden alcanzar los alveolos y tienen gran contenido de hidrocarbonos policíclicos aromáticos (PAHs, por sus siglas en inglés) y metales.
Las PM0.1 pueden cruzar las barreras biológicas y entrar al sistema circulatorio (sangre), y de ahí a otros órganos, especialmente el cerebro, riñones, hígado, corazón y, en el caso de mujeres embarazadas, llegar al feto.
El científico cuenta que en 2015, cuando lideró el proyecto de investigación de toxicología por inhalación en Swetox, en Suecia, se encontró que los materiales particulados eran capaces de incorporarse a ciertos componentes hormonales generando infertilidad, cáncer, diabetes e inflamación generalizada.
El actual líder del Proyecto Sinfonia, apoyado por la Unión Europea, presentó en 2023 un trabajo en el que se indagó la capacidad de las partículas de la contaminación del aire para alcanzar el tejido ovárico humano y los folículos que contienen los ovocitos en varias etapas de maduración.
Para ello revisaron 20 muestras de líquido folicular y tejido ovárico –de personas que habían sido sometidas a procesos de fertilización in vitro– partículas de carbono negro; el resultado fue que lo encontraron en todas.
Por otra parte, junto con un equipo de estudiantes de doctorado, el líder del Grupo de Nanoseguridad en el Laboratorio Ibérico Internacional de Nanotecnología, revisó el efecto de la exposición al diésel utilizado en automóviles.
Usaron como modelo animal un nemátodo llamado Caenorhabditis elegans, al que se le midió su ciclo de desarrollo y movilidad.
Observaron que entre mayor era la concentración de partículas, menor el tamaño de los gusanos y más limitada su movilidad. Las partículas no son tóxicas en el sentido de matar al animal, pero impactaron su desarrollo y comportamiento.
Estas consecuencias son importantes sobre todo si se considera que los niños están expuestos a este contaminante. Si reflexionamos en ello debemos inferir que podrían tener ciertos efectos negativos en su maduración o su comportamiento, resalta Ernesto Alfaro.
En ese estudio se analizaron posibles repercusiones en el progreso neuronal, pues se ha sugerido que la exposición a estas partículas puede ser el detonante para el desarrollo de las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. PdC.