Fernando Aramburu, después del fenómeno que fue Patria, regresa con “Los vencejos”, una novela que no se anda con rodeos. Aquí no hay concesiones ni almíbar: es un libro sobre la vida cuando se mira de frente, sin filtros, con todas sus sombras y alguna que otra luz perdida. La premisa es contundente: ¿qué haría alguien si decidiera su propia fecha de caducidad? La muerte —y más concretamente, el suicidio— es el punto de partida para un monólogo descarnado y punzante sobre la existencia.
El protagonista, Toni, es un tipo con el que cuesta empatizar: hosco, hastiado, desencantado de todo y de todos. Es un profesor que ha decidido quitarse la vida en un año, y mientras espera su fecha límite, vuelca sus pensamientos en una especie de diario que no es exactamente un diario, sino un compendio de reflexiones, recuerdos y diatribas sin piedad. Y aquí está la trampa de Fernando Aramburu: Toni es insoportable, pero a medida que avanza la lectura, uno se descubre entendiendo su cinismo, riendo con su humor negro y, en algún punto inesperado, sintiendo hasta ternura por él.
El desfile de personajes que lo rodean no se queda atrás. Son extremos, excesivos, diseñados con bisturí para exponer lo mejor y lo peor de la condición humana. Ahí está su ex, Amalia, un desastre emocional con el que mantiene una relación de amor-odio; su hijo Nikita, con quien tiene una conexión tan fría que duele; su amigo Patachula, víctima del 11-M; y Tina, una presencia que equilibra su caos interior. También están los vencejos, esas aves que vuelan sin descanso y que, en cierto modo, reflejan el estado mental del protagonista.
“Los vencejos” se construye en una estructura caótica, sin un hilo cronológico claro, lo que refuerza la sensación de estar dentro de la mente de Toni. Sus pensamientos saltan de un lado a otro: política, terrorismo, sexo, amor, miedo, familia, fidelidad a los animales, cultura… Todo cabe en este torrente de palabras, con un ritmo que puede resultar agotador. Fernando Aramburu no escribe para complacer, sino para sacudir. Y lo consigue.
Ahora bien, “Los vencejos” no es para cualquiera. Es un libro denso, repetitivo en algunos tramos y con un final que deja cabos sueltos, lo que puede frustrar a más de uno. Si buscas una historia lineal con desenlace cerrado, mejor pasa de largo. Pero si te gustan los relatos que desafían, que confrontan y que, de paso, te arrancan alguna carcajada incómoda, aquí hay material de sobra.
Concluyo, una obra que divide: o la amas o la odias. Hay momentos en los que dan ganas de estrellar el libro contra la pared, pero también pasajes que te dejan clavado en la silla, asintiendo con una mezcla de admiración y resignación. ¿Recomendable? Depende. Si buscas evasión, ni lo intentes. Pero si quieres una lectura que te remueva, “Los vencejos” es un golpe directo al estómago.
Fernando Aramburu Irigoyen (San Sebastián, 1959) es un escritor de ficción, traductor y profesor español. Su novela Patria, que retomó la temática del terrorismo etarra abordada en Los peces de la amargura, le supuso un éxito de crítica y público y los premios de la Crítica, Nacional de Literatura y Francisco Umbral al Libro del Año. PdC.
Escrito por B. Del Ángel.