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Vejez: acumulación de daños celulares

CDMX, Noviembre.- Hacernos viejos, con arrugas, paso lento, canas, vista cansada y otros cambios más, es parte del proceso de la vida, y aunque todos quisiéramos permanecer siempre jóvenes, vitales, lozanos, desafortunadamente aún no se encuentra la “fuente de la eterna juventud”.

La gran mayoría de las personas nos resistimos a envejecer. Para “retrasar” su llegada se recurre a procedimientos ya sea cosméticos o plásticos, sin embargo el proceso de envejecimiento internamente se gesta y su presencia en algún momento será más que evidente.

Diana Lizbeth de la Cruz Ramírez, investigadora posdoctoral en el Departamento de Fisiología y Biofísica de la Universidad de Washington, en Seattle, dice que en el envejecimiento la función del cuerpo está en decremento, pues a medida que nos hacemos viejos, la disminución de las propiedades funcionales aumenta y con ello, la vulnerabilidad a la enfermedad y a la muerte.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, para 2050 habrá más adultos mayores de 65 años que niños menores de 5. El envejecimiento es un factor de riesgo para padecimientos metabólicos, neurodegenerativos y cáncer.

Según la Federación Americana para la Investigación del Envejecimiento, éste representa el mayor riesgo para padecer cáncer, alzhéimer, afecciones del corazón, diabetes y demencia. También lo es para enfermedades infecciosas, como la Covid-19.

Desde el punto de vista biológico, señala la investigadora, es la consecuencia de la acumulación de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, que deteriora o disminuye las propiedades funcionales.

Conforme se envejece se afectan muchas funciones como la secreción de lágrimas, la salivación, se acelera la frecuencia cardiaca e induce la vasoconstricción, además se inhibe la secreción de insulina y la contracción de la vejiga.

Al paso del tiempo se presenta ojo seco, que dificulta la visión; reducción en la secreción de la saliva, relacionada con el aumento de caries que lleva a la pérdida de dientes; arritmias e hipertensión; enfermedad inflamatoria intestinal, obesidad y diabetes, o incontinencia urinaria.

Y mientras llega esta etapa, lo importante siempre será un estilo de vida saludable: buenos hábitos alimenticios, ejercitación física con regularidad, todo ello no para alcanzar la tan ansiada “eterna juventud” pero si tener una vejez con calidad de vida. PdC.

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